No he dejado de soñar: entrevista con Luis Gutiérrez

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El celular sonó a la hora acordada: 3:30 p.m en San Juan, 2:30 p.m en Chicago. Al otro lado de la línea, Luis Gutiérrez, representante del Partido Demócrata por el distrito 4 de Illinois en el Congreso estadounidense quien acaba de lanzar su autobiografía: Still Dreaming, My journey from el Barrio to Capitol Hill.

Semanas antes de recibir la llamada de Gutiérrez, Alice Rha, publicista de la editorial Norton & Company, quienes tienen a cargo la edición del libro en inglés, se comunicó vía correo electrónico y envió una versión digital del texto.

Se trata de 406 páginas en las que el congresista narra su épica personal que es la historia del latino que logra alcanzar el sueño americano, desde abajo y por esfuerzo propio.

“Este es un buen relato en un momento en que la mayoría de las personas que se identifican como puertorriqueños viven en Estados Unidos y no en la isla de Puerto Rico. Pensábamos que era un buen momento para hablar de esa experiencia”, dice Gutiérrez, quien se considera puertorriqueño “desde el momento en que fui concebido en el vientre de mi madre”.

Pero es evidente que su preocupación por la identidad y la política va más allá del “puertorriqueñismo” que, según él, “lo estimula”. Pues Gutiérrez ha sido la voz latina más insistente en la lucha por la Reforma Migratoria, la cual se espera beneficie a 11 millones de inmigrantes que, a diferencia de los puertorriqueños y puertorriqueñas, no tienen estatus migratorio regular, por lo que sus derechos están coartados y su permanencia en territorio estadounidense peligra.

El capítulo 20 de su autobiografía, Immigration Can’t Wait Any Longer, como lo indica el título, lo dedica completamente a ese tema. Ahí Gutiérrez relata cómo, desde el 2010, ha presionado al presidente estadounidense Barak Obama para que sea un verdadero líder en la lucha por la reforma. En ese capítulo el congresista cuenta que en una llamada telefónica le dijo a Obama:

“No se trata de los votos, señor presidente, le dije. Mi comunidad necesita ver que usted está luchando por ellos, que usted es el líder. Ellos quieren que usted sea el mariscal de campo del equipo”.

Luego, explica el aspecto de la situación de los inmigrantes que más le preocupa, el estatus de los Dreamers, aquellos y aquellas que llegaron a Estados Unidos de forma ilegal siendo menores de edad.

“Esto pone a los Dreamers en una situación jurídica muy extraña: son ilegales en el único país que han conocido. Han crecido aquí, han ido a la escuela aquí, se graduaron de la escuela secundaria aquí. Sus padres pueden recordar la vida en México o la República Dominicana o Polonia, pero para esta clase entera de inmigrantes (los Dreamers), nunca ha habido ninguna casa que no sea Estados Unidos. Son enteramente americanos, excepto por el hecho de que no tienen un pedazo de papel que muestre que son ciudadanos”.

Pero, este capítulo de su autobiografía, es solo el más reciente de sus 30 años de carrera política, y él mismo asegura que quien la haya seguido de cerca no encontrará nada nuevo en su libro. Gutiérrez lo describe como “una compilación de cuentos, de eventos, de anécdotas de mi vida que pueden servir para definir momentos de mi vida. Pero sin entrar en muchas especificaciones de tiempo, hora, fecha ni edad, sino situarme en la universidad, situarme siendo recién casado…”.

El representante cuenta además que, a pesar de su extensión, el proceso de escritura del libro fue algo sencillo. Para su realización contó con la ayuda de Doug Scofield, quien aparece como co-autor. Y Scofield no es ajeno a la carrera política de Gutiérrez, él ha  sido el jefe del equipo de trabajo del congresista y su cabildero desde hace diez años.

Mientras realizaban el libro, Gutiérrez vino a Puerto Rico a ver a amigos de la escuela superior con los que charló, fue a ver a los “viejos independentistas pipiolos de San Sebastián”, fue a visitar a su familia, entrevistó a la familia de su esposa, Soraida Arocho, entrevistó a su mamá y a la familia de ella, “que todavía está viva”, resalta, y luego entrevistó gente en Chicago. Todo eso, comenta, “le añadió otra textura” a su autobiografía.

Una de sus inspiraciones para hacer este trabajo fue la autobiografía de Malcom X, cuya redacción la realizó Alex Haley por medio de entrevistas que hizo al líder de la comunidad afroamericana.

“Me encantan las autobiografías, por ejemplo, me encantó la de (Sonia) Sotomayor, y si te gusta esa pues, te va a encantar también mi libro. Lo distinto de mi libro es que yo relato mucho más de mi visión política”.

No cabe duda de que la carrera política de Gutiérrez en el Congreso ha tenido influencia en la política y en la opinión pública de Puerto Rico, específicamente en algunos temas que el propio Gutiérrez resaltó durante la breve conversación:

“Me recuerdo el Proyecto Young para promover la estadidad. Estaba (Carlos) Romero Barceló de Comisionado Residente, estaban los republicanos a favor, estaban los demócratas a favor, estaba la Casa Blanca a favor, estaba el Senado a favor. Estaban todas las estructuras políticas del país a favor del Proyecto Young. Y sin embargo al final de cuenta ganó por un solo voto”, así lo recuerda, entusiasmado. La memoria traiciona a Gutiérrez, la realidad es que el Senado se opuso al Proyecto Young, al que Gutiérrez hizo una enmienda que fue derrotada con 13 votos a favor y 406 en contra. La enmienda establecía que el idioma oficial de Puerto Rico fuese el español.

“Cuando vi el abuso contra los estudiantes, continúa Gutiérrez, los trabajadores y el público en general durante la administración de (Luis) Fortuño, el hecho de que los ‘penepés’ (Partido Nuevo Progresista) tuvieran que pasar resoluciones condenando mis palabras demuestra que mis palabras, aunque fueron rechazadas por ellos, fueron lo suficientemente influyentes para que ellos tuviesen que responder. Yo la tengo en mi oficina (la resolución de censura del PNP), yo lo guardo como premio el hecho de que me hayan censurado”.

Sin embargo, a pesar de que su posición en el Congreso de Estados Unidos le ha servido como una herramienta de poder para influir en la política y la opinión pública local, Gutiérrez cree que Puerto Rico debe librarse del peso que tiene ese cuerpo político sobre Puerto Rico.

“Lo primero que yo quiero es que el Congreso tenga menos poder y menos influencia en los asuntos diarios y cotidianos de Puerto Rico. Que Puerto Rico sea más libre en todas sus expresiones sociales, económicas, políticas, internacionales. Yo soy consistente porque Puerto Rico no solamente debería tener un Comité Olímpico Internacional, debería tener un equipo económico Internacional y un reconocimiento político internacional”, comenta Gutiérrez.

Otro asunto sobre el que Gutiérrez tuvo influencia fue en el rescate bancario que le inyectó $935 millones de fondos del Departamento del Tesoro Federal al Banco Popular, entidad dirigida por quien fuera también presidente de la Comisión de Finanzas del Comité Olímpico Internacional al que hizo alusión Gutiérrez, el banquero Richard Carrión.

“En un momento, el señor Carrión, que funge como el ejecutivo máximo del Banco Popular, me dijo que necesitaba una infusión de capital, de lo cual habían cientos de millones de dólares. Y yo pensé que si a las instituciones bancarias (de Estados Unidos) les estábamos dando ¿por qué al Banco Popular no?”

“Pues yo escribí una carta en apoyo al Banco Popular. Me recuerdo que muchos congresista se rehusaron a hacerlo, aunque yo pensaba que era importante. Yo no lo miraba como ayudando a Richard Carrión, yo lo miraba como ayudando a los cajeros, a los que trabajan en el Banco, a los que tienen cuentas bancarias, a los que tienen cuenta de hipoteca, a los que necesitan financiamiento para sus pequeños negocios. O sea, yo no lo miraba como algo para la familia Carrión sino como mucho más para la comunidad puertorriqueña”.

Luego de contestar la pregunta sobre su intervención a favor del Banco Popular Gutiérrez dijo que debía atender otros asunto y se despidió. Pero antes había adelantado que este mes estará de visita en Puerto Rico para promocionar la versión en español de su autobiografía, “No he dejado de soñar, mi largo camino del barrio a los caminos del Capitolio”, la cual está a cargo de las editoriales Aguilar y Santillana.

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