Mientras el Departamento de Salud Federal (HHS, por sus siglas en inglés), alertaba sobre la amenaza real de una pandemia por influenza aviar, el Departamento de Salud local (DS) utilizaba irresponsablemente los fondos federales destinados a la preparación para enfrentar un desastre y dejó perder casi un cuarto de millón de dólares de los dineros en la jugada.
Ante la advertencia de que sólo hace falta una mutación de la cepa H5N1, que produce el virus de la gripe aviar, para que se registre el contagio de la plaga en humanos, el HHS asignó fondos para preparar e informar a la población, encargo que el DS no ha cumplido cabalmente.
Esto quiere decir que si brota el virus con la variante H5N1 en aves, la probabilidad de que el contagio llegue a humanos es alta. Una vez la epidemia se riega entre humanos es difícil frenarla y su transmisión es 100 por ciento mortífera.
Mediante los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), el HHS otorgó a Puerto Rico $7.3 millones para comprar antivirales y orientar a la población sobre cómo proceder frente a una epidemia de grandes magnitudes.
El DS abrió una cuenta en su presupuesto titulada Virus Gripe Aviar, con el número 249-0710000-081-2006, en la que quedaron disponibles los fondos. La investigación arrojó que la cuenta fue utilizada negligentemente pues venció con $243,910 como balance disponible al 30 de junio de este año.
El Reglamento de la Oficina de Gerencia y Presupuesto (OGP) establece que toda cuenta a punto de vencer debe ser reclamada por la dependencia a la que pertenece mediante una carta que solicite la extensión de expiración. De no ser sometida esa reclamación, el balance disponible no puede utilizarse.
Hasta el pasado 17 de octubre la extensión de expiración no se había pedido, por lo que no había posibilidad de recuperar el dinero perdido. En vista de la irregularidad, la directora de presupuesto del DS, Catalina Díaz López, explicó que era responsabilidad de la entonces Epidemióloga del Estado solicitar la extensión de la fecha de caducidad.
“La doctora Enid García tenía que escribir una carta diciendo que la cuenta iba a vencer y pedir la extensión de expiración de la cuenta, no sé cómo dejan que suceda esto con la escasez de dinero que hay ahora mismo”, expresó Díaz López con asombro, pues fue al momento de entrevistarse en su oficina en el DS que, según ella, vio que la cuenta había vencido con balance disponible.
Entre tanto, una fuente de entero crédito de la División de Investigación de Fraudes Federales del HHS en el País, aseguró que ese dinero, de no haberse usado, debía retornarse o, de lo contrario, la ya existente irregularidad se convertiría en un fraude federal.
Los antivirales fueron adquiridos en una sola compra a la farmacéutica Sanofi Pasteur y expirarán el 30 de junio del 2009. En respuesta a ello, Díaz López sostuvo: “hasta donde yo tenía entendido, la doctora García había conversado con el Secretario y le había aconsejado hacer varias compras para poder hacer un re juego con la fecha de vencimiento, pero por lo que veo lo gastaron casi todo”.
En ese orden, el entonces secretario del DS, Johnny Rullán, advirtió que los medicamentos no deben adquirirse de forma irresponsable. Sin embargo, sus expresiones están alejadas de la realidad que atravesaba la dependencia gubernamental que dirigía.
“Hay que tener cuidado con cuánto se compra y cuánto se tiene en “stock” (almacenado), porque lo que no queremos es comprar medicamentos para que estén expirando, hay que estar pendiente de tener acceso rápido a los fondos para no tener que comprarlo y que se vaya a estar expirando”, indicó Rullán.
Al mismo tiempo catalogó el peligro que corre la humanidad como “una porquería”, en contradicción con los escritos del HHS y los CDC, los cuales sostienen que una pandemia ocurre cada 40 años y que ese tiempo ya pasó desde la última “Gran Pandemia”, que azotó a la humanidad entre 1968 y 1969.
“Se ha estado comprando medicamento y en verdad no tenemos que estar comprándolo porque esto de la pandemia es una porquería que no estamos seguros que va a venir”, afirmó Rullán, refutando las investigaciones ya realizadas.
Otra anomalía en el hallazgo es que, a pesar de que la cuenta venció con dinero aprovechable, el DS se atrasó varios meses en el pago del almacén en donde se guardan los medicamentos.
Como consecuencia de la poca diligencia del DS, la fase de preparación a la población para una influenza pandémica no se ha ejecutado, como mandaba la orden ejecutiva adjunta a la suma provista por el HHS.
Un recorrido por el Aeropuerto Internacional Luis Muñoz Marín reflejó la carencia de información respecto a cómo actuar, qué hacer y cómo salvaguardar la salud, en caso de pandemia.
“De eso no me han hablado”, dijo José Acosta Santiago, un empleado de la línea aérea Delta Airlines, encargado de ver que los pasajeros hagan el cotejo de Agricultura. Acosta Santiago admitió que desconoce cómo cuidarse de la epidemia de fácil contagio.
Otro caso es el de una joven que tiene cuatro años laborando en la tienda Perla Souvenirs & Things, quien desconoce el término salubrista.
“No nos han dicho nada de eso, nadie ha dicho nada en cuatro años que llevo trabajando aquí, nadie me ha dicho nada de eso”, aseguró la joven que prefiere mantenerse anónima.
García justificó esas expresiones con el alegato de que la prevención de pandemia conlleva una cadena de autoridades encargadas de llevar el mensaje.
Sin embargo, Juan Rivera, oficial de prensa de la Autoridad de Puertos, responsabilizó a la Administración Federal de Transportación y Seguridad (TSA, por sus siglas en inglés) de no haberles enterado que debían orientar a los empleados frente al peligro.
“TSA, si ellos necesitan algún tipo de apoyo de nosotros en particular nos lo hacen saber, nosotros les brindamos apoyo en cuanto a lo que es llevar el mensaje cuando hay algún aviso, alguna alerta sobre algo, ellos nos lo notifican y nosotros divulgamos que necesitamos tomar medidas, explicó Rivera.
En torno a las declaraciones de Rivera, el Director de Seguridad de TSA, Alexis Ortiz Morell, aclaró que la agencia federal a la que pertenece sólo tiene la responsabilidad de custodiar a los pasajeros.
Del mismo modo, destacó que ya habían aconsejado a la Autoridad de Puertos sobre la necesidad de adiestrar a los empleados que laboran en los distintos establecimientos del aeropuerto.
“Puertos son los dueños del aeropuerto, nosotros siempre les hemos recomendado que cuando un empleado privado vaya abajo a puerto a renovar sus identificaciones, que antes de renovarles cojan un curso de cualquier tipo de seguridad, en enfermedad en lo que sea, y ellos no lo han hecho”, recalcó Ortiz Morell.
La gravedad del asunto estriba en que quienes trabajan en el aeropuerto estarían en mayor riesgo en un aviso de pandemia, debido a que la enfermedad sólo puede llegar a Puerto Rico por un ave migratoria o por un pasajero que esté viajando enfermo con el virus.
Por encima de los esfuerzos que intentan realizar el HHS y los CDC de mantener alejada de la Nación la posible pandemia por influenza aviar, la realidad es que si el flagelo toca suelo puertorriqueño luego del 2009 no habría forma de combatirlo, pues los fondos ya se agotaron, el medicamento habrá expirado y la población aún continúa desorientada.
“Este trabajo fue sometido para la clase de Periodismo Investigativo de la Universidad de Sagrado Corazón”