La atracción fatal de los bancos con los constructores

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La relación de la banca con el sector de la construcción “es un círculo vicioso que hay que romper”, subrayó el economista Juan Lara en una presentación sobre la realidad de la economía local que luego le generaría críticas de parte del Gobernador.

Sin embargo, los datos no mienten y apuntan a que el sector de la construcción es culpable de concentrar su inversión en el proyectos de viviendas de lujo, mientras que la banca es culpable de basar demasiado su estrategia de inversión en el financiamiento de proyectos de construcción.

A la vez que los proyectos de alto costo permanecen vacíos y a medio construir por falta de demanda, Lara apuntó a una necesidad acumulativa de 10,000 viviendas anuales para el sector de bajos ingresos. Es decir, hay exceso de casas a un costo que la gente no puede pagar, y hay una falta de casas a precios que las personas puedan pagar. A esta dinámica se añade el efecto que la crisis de empleo está teniendo en la capacidad de pago de los dueños de propiedades.

Para la banca, se ha registrado un “círculo negativo” porque, por un lado, se han otorgado préstamos multimillonarios a proyectos que ahora mismo están detenidos (y no están pagando el préstamo), mientras que por el otro, aumenta la cantidad de dueños de propiedades que no pueden pagar las hipotecas.

La solución económica natural a este detente es que ocurra una rebaja de precios en las unidades existentes para que más personas tengan oportunidad de comprar, pero en la medida en que, como ocurrió en la Administración Acevedo Vilá, el gobierno use dinero público para darle “incentivos” a los compradores, lo que ocurre es que se atrasa el momento ineludible en que la propiedad tiene que bajar de precio para poder moverse.

Actualmente se discute en la Cámara de Representantes un proyecto que reactivaría los “incentivos” para la compra de viviendas, pero no está claro de dónde saldría el dinero público para pagar los créditos. Otra posibilidad que se discute en la Milla de Oro es la creación de subsidiarias adonde los bancos pasarían sus préstamos morosos. Esto causaría una mejora artificial de la contabilidad de los bancos, que van a aparecer con “menos” deudas. Dudley adelantó que el Banco de la Reserva tendría “una mente abierta en cuanto a esa opción”.

Sea cual sea la solución final, lo que está claro es que no va a haber dinero federal para “rescatar” a los bancos de Puerto Rico, como ha ocurrido con entidades como General Motors y la aseguradora AIG. La inyección de dinero en la Isla de esa forma “sería inusual”, comentó diplomáticamente Dudley.

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