Se necesitan más recursos para poder producir estadísticas de calidad. Pero sobre todo se necesitan personas que no tengan miedo a producirlas ni a divulgarlas. Ese fue uno de los mensajes de Mario Marazzi Santiago, director ejecutivo del Instituto de Estadísticas, durante una conferencia organizada por el Centro de Periodismo Investigativo, que se llevó a cabo el miércoles, 10 de noviembre. El funcionario hizo un recuento de su labor al frente del Instituto y en una entrevista posterior señaló que en Puerto Rico las estadísticas se encuentran en estado de emergencia.
Durante los últimos meses, Marazzi se ha visto enfrentado a algunos sectores del Gobierno, en su esfuerzo para que se divulgue el Índice de Precios al Consumidor. Logró su objetivo, y por primera vez en 15 años el Departamento del Trabajo y Recursos Humanos cuenta con un indicador de inflación confiable. Pero esa lucha por lograr estadísticas de calidad y transparencia en el acceso a éstas ha tenido un costo. La Junta de Directores del Instituto ha perdido a tres de sus miembros en medio de un intento por destituir a Marazzi. El Gobernador, Luis Fortuño, tiene ahora la responsabilidad de nombrar a los tres directores de la Junta que faltan, sin caer en la tentación de seleccionarlos por su afiliación política. La Junta del Instituto ya propuso, hace algunas semanas -por medio de una carta al Gobernador- los nombres de algunos candidatos.
Para Marazzi -que fue nombrado por un término que vence en 2017- contar con buenas estadísticas es indispensable en este momento de crisis económica. “Hay un malentendido sobre la importancia de las estadísticas para sacarnos del hoyo en que nos encontramos. Todos sufrimos las consecuencias de las malas estadísticas”. Y a la pregunta de ¿cómo se toman decisiones sin estadísticas? Marazzi respondió con un lacónico “con mucha fe”.
Cuando las estadísticas no son confiables o accesibles, las decisiones se toman con incertidumbre, advierte Marazzi, y “la incertidumbre nos puede paralizar a no tomar decisiones o tomar decisiones equivocadas. No hay nada peor que la incertidumbre”.
Cree que el problema estriba en que no hay una cultura del dato y “que se premia lo trivial sobre lo que es importante”.
El funcionario explicó que “hay información allá afuera para divulgar y (hacerlo) sin la ayuda de los periodistas es difícil”. “Estoy dependiendo del periodismo de este país”.
Pero además, se necesitan más recursos. “Hay estadísticos muy capacitados, pero tiene que haber personas que no tengan miedo”. A preguntas de la prensa, Marazzi aclaró que se trata, principalmente, de miedo a perder el trabajo si se contradicen las directrices de los supervisores. “Los estadísticos deben buscar la objetividad sin miedo. Aquí vivimos con mucho miedo. Con miedo no se pueden obtener estadísticas de calidad”.
Sobre la posibilidad de que se manipulen las estadísticas por razones políticas, Marazzi explicó que “manipular una estadística y hacerlo bien es bien difícil”.
Destacó que con la creación del Instituto de Estadísticas se ha logrado mejorar el acceso a las estadísticas con la creación de un inventario y un calendario de publicación. Se ha desarrollado, además, un sistema de subscripciones y una biblioteca virtual con los estudios especiales que se realizan con fondos públicos. También se ha mejorado la confiabilidad y ofreció ejemplos como las estadísticas de mortalidad –había casi 3,000 muertes que no se habían contabilizado-, los datos de cáncer –los datos mostraban por error una caída en las muertes por esta enfermedad- y los casos de septicemia –se produjo un alza en el 2005, dando la impresión equivocada de que las condiciones de los hospitales habían empeorado.
Entre los planes pendientes, Marazzi destacó que se completarán las estadísticas de educación mediante un acuerdo con la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura); se realizará varias encuestas: de alfabetización; de ciencia y tecnología, de manufactura, de autismo; y se trabajará en el ajuste estacional de las estadísticas económicas
* Tomado del blog Sin Comillas