Voy a comenzar por el final. Esta es mi conclusión al terminar De El Nuevo Día al periodismo digital: trayectorias y desafíos de Luis Fernando Coss: le urge al país enterarse de los asuntos importantes con el filtro que provee el periodista comprometido con lo que dice, convencido de lo que escribe. O sea, le urge al país un periodista consecuente. Con esto quiero decir además que a los lectores, a las audiencias, a los consumidores de noticias, nos urge ser consecuentes también e ir tras la pista del reportero que sabemos informa, independientemente del medio en el que escriba. Debemos, mis queridos amigos, concentrarnos en el byline. Digo esto porque en nuestro campo, ciertamente en este libro, hablamos mucho de los medios, las empresas, las grandes publicaciones pero, nos olvidamos de los trabajadores que mantienen a flote todos estos quioscos: nuestros periodistas. A quienes no podemos abandonar, y a quienes debemos exigirle cada vez más, escribirle de vez en cuando, y leerlos siempre.
Para no lanzarles la tarea a oscuras, presento la lista de los colegas locales que nutren mi rutinaria asignación de levantarme y buscar lo que escriben para saber qué pasa en el país: lean a mis compañeros de trabajo en el Centro de Periodismo Investigativo, lean a Omar Alfonso, a Luisa García Pelatti, a Daileen Joan Rodríguez de La Isla Oeste, a José Delgado, a Rebecca Banuchi, a Wilma Maldonado, a Laura Pérez, a Mario Alegre, a Luis Valentín, a Emanuel Estrada a Rafael Díaz. O escojan y hagan su propia lista pero, siempre déjense llevar por el byline.
Ahora al libro.
La segunda parte del libro nos habla de “la emergencia del periodismo digital” y no hay subtítulo más apropiado. Estamos en el año 2017. Como periodista puertorriqueña, y a propósito de este comentario, me hago estas preguntas: ¿hemos entrado realmente en la era digital? ¿Hicimos ya la transición del print a la web? ¿Manejamos con eficiencia las nuevas tecnologías? ¿O somos todavía novatos impresionados con el terreno donde nos ha tocado jugar? Contesto con sinceridad: no, no, no y sí. No hemos entrado realmente en la era digital, no hemos podido repensar a plenitud nuestras publicaciones dentro de las plataformas que lo novedoso en comunicación nos ofrece. No hemos completado la transición del papel a la pantalla, sino que transplantamos lo que ya sabíamos a una nueva tierra que no hemos sabido abonar. No manejamos con eficiencia las nuevas tecnologías y son pocos, con muy pocos recursos, los que intentan aportar nuevas maneras de contar historias. Y por último, somos novatos impresionados ante el terreno de juego pues delante de las nuevas tendencias parecería a veces que estamos en una eterna carrera detrás del viento.
Aunque he contestado con firmeza, también lo hago con humildad y con la seguridad de que sí estamos intentando hacer un mejor e innovador periodismo que comprenda por fin que la forma puede ser contenido, y viceversa. Que la utilización óptima de las herramientas noveles es, sin desvío, el camino a la democratización de la información -cosa que tanta lucha nos da en nuestro oficio y a lo que Coss dedica su tiempo y profesión de profesor-.
Me refiero aquí a la interactividad, a poner en manos del lector nuestras fuentes de información para que éstos corroboren por su cuenta, a cambiar la manera, el ritmo y el tiempo en que trabajamos. Hablo de ser realmente democráticos al informar.
Ahora bien, esto lo digo cuando hablo exclusivamente de los formatos de las publicaciones digitales a nivel nacional, porque en término de las dinámicas de trabajo y el contenido de éstas publicaciones, concuerdo con Luis Fernando en que algo bueno está pasando en el país y sí hemos avanzado.
Por ejemplo, el repaso que da este libro a cuatro publicaciones digitales (Sin Comillas, Mi Puerto Rico Verde, 80grados y el Centro de Periodismo Investigativo) tiene valor y sirve para reflexionar incluso más allá del periodismo. Coss nos habla de modelos más participativos, menos jerarquizados y en su mayoría, afiliados a principios sociales comunes. Por su puesto también, afiliados a la ética periodística. En las páginas del libro pueden leer los detalles sobre los modelos de negocio y las dinámicas laborales. Aquí comparto con ustedes, porque me consta, algunas enseñanzas sobre estas publicaciones digitales y las razones por las cuales, aunque aún en crecimiento, todas ellas se han establecieron en el mercado, cada cual en sus espacios particulares:
- La colaboración. Colaborar entre colegas y entre publicaciones es la manera más simple, inteligente y justa de tener contenido abarcador. Esto además, nos hace atractivos. Muy, muy atrás quedó la primicia y las publicaciones nuevas lo saben y han podido dedicarse a lo que es verdaderamente apremiante para el país: el behind the scenes de las fichas que se mueven en las mesas del poder.
- Lo temático. Concentrar nuestro trabajo por temas -y no hablo necesariamente de publicaciones de nichos- aporta profundidad a la discusión pública y así nos hace imprescindibles.
- Lo visual. Sacarle provecho al contenido visual, permite cautivar a nuestro público y no hacemos relevantes.
- Ser transparente en nuestros proyectos y ofrecer al lector nuestra metodología nos da credibilidad. Así permanecemos, y permaneceremos, como fuentes de referencias.
Sobre la primera parte del libro comento lo siguiente no sin antes compartir las palabras que Francisco Velázquez, periodista y novelista arecibeño, enuncia cada vez que alguien ajeno al periodismo se queja de algún medio: “ven a hablarme cuando te toque montar el periódico del lunes”.
Entonces, primero digo, que bueno que existe este texto de Luis Fernando Coss para así tener más páginas escritas en los libros de la Historia del periodismo puertorriqueño que tanta falta hace. Espero que sirva como estímulo para que sean más los que se lancen escribir sobre tantos temas inconclusos como: ¿por qué son tan blancas las redacciones y la televisión?, ¿qué podemos decir de las mujeres en el periodismo?, ¿qué pasa con las asociaciones que agrupan el gremio que no logran representarnos, ni motivarnos, ni convocarnos?
Pero, sobre todo espero que este libro sirva de referencia para los estudiantes del oficio, quienes están siendo educados para ser empleados y no para ser gestores del mejor periodismo posible. Conocer las interioridades de los últimos 50 años del periodismo profesional en la isla, y poder señalar con nombre y apellido a los títeres y los titiriteros glotones, protagonistas del drama en el que se puede convertir esta industria, debería dar luces y abrir las puertas para que entren aires de cambio. Son los estudiantes lo que tienen el deber de saber desde el principio cómo y quién reparte el bacalo. Si ven que algo no les huele bien, que tenga el valor de cambiarlo para poder defender esta bonita vocación que tenemos.
Para terminar, hago un guiño a las palabras de la Nota preliminar que nos regala Arcadio Díaz Quiñones cuando dice que este libro sirve para tener “una concepción más abierta y democrática del periodismo”. Expreso mi visión abierta tomando las palabras de Anne Lamott en su libro Bird by Bird -permitan mi libre traducción del inglés al español-.
“El huerto es una de las dos grandes metáforas de la humanidad.
El huerto es sobre la vida y la belleza y la impermanencia de todos los seres vivos.
El huerto alimenta a tus hijos, provee comida para la tribu.
Es parte de un impulso territorial urgente que probablemente podemos remontar a los animales que almacenan alimentos.
Es un mecanismo de exhibición competitivo, como tener un toro premiado, esta codicia por los mejores tomates y rosas para el té inglés.
Se trata de ganar; se trata de proporcionarle a la sociedad cosas superiores de las que ya tiene; Y sobre probar que usted tiene gusto, y buenos valores, y que usted trabaja duramente.
Y qué alivio maravilloso, cada tanto, saber quién es el enemigo.
Porque en el huerto, el enemigo lo es todo: los insectos, el clima, el tiempo.
Y así te metes lleno en el huerto, lo cuidas, y ves de cerca tanto nacimiento, y el crecimiento, y la belleza, y el peligro, y el triunfo.
Y entonces, al final, de todos modos todo se muere, ¿verdad que es así?
Pero tú lo sigues cultivando”.
¡Que así sea también para el periodismo!
Este texto fue escrito para la presentación del libro en cuestión el pasado 30 de marzo en Librería Libros AC Barra & Bistro.