Pasajeros llegan a Puerto Rico desde las zonas de mayor contagio por coronavirus en Estados Unidos

El flujo de viajeros desde las zonas de mayor propagación del virus en Estados Unidos se ha reducido, pero no se ha detenido. Esas zonas coinciden con las de mayor cantidad de puertorriqueños allá. A esto se suma que en los aeropuertos de la isla no se tomaron medidas de sanidad durante semanas y no ha iniciado el rastreo de personas que estuvieron en contacto con casos positivos a COVID-19.

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Aunque el flujo de viajeros desde las zonas de mayor propagación del virus en Estados Unidos se ha reducido, no se ha detenido poniendo en mayor riesgo a los residentes de Puerto Rico.

Foto por TDelCoro vía VisualHunt

El aumento de casos de COVID-19 en las zonas donde viven más puertorriqueños en Estados Unidos sumado al histórico tránsito de personas que llegan desde estos lugares a través del Aeropuerto Internacional Luis Muñoz Marín (AILMM) podrían ser una vía franca para el contagio del virus en Puerto Rico, coincidieron expertos en epidemiología, salud pública e infecciones entrevistados por el Centro de Periodismo Investigativo (CPI).

Al examinar los datos en las áreas de mayor contagio de COVID-19 en Estados Unidos, surge que Nueva York, New Jersey y Florida están en los primeros 10 lugares de propagación del virus. En esos tres estados es donde más puertorriqueños residen, según datos de 2018 del Censo. La mayoría de los vuelos que llegaron por el aeropuerto entre 8 y 17 de marzo vinieron desde estos estados, indican los datos analizados por el CPI.

“A medida que aumentaron los casos allá [en Nueva York, New Jersey Florida] y siguieran los vuelos a Puerto Rico, acá también iban a aumentar los casos. Los vuelos se debieron haber parado desde el principio”, dijo Wanda Ortiz, presidenta de la Asociación de Epidemiólogos de Puerto Rico. El primer caso sospechoso en la Isla se reportó el 8 de marzo.

La segunda muerte que se registró en Puerto Rico asociada al COVID-19 se trató de un turista de 73 años residente en Nueva York. La sexta muerte a causa del virus fue un hombre de 68 años que “comenzó a presentar síntomas luego de haber tenido contacto cercano con alguien de su núcleo familiar que había viajado a Nueva York”, dijo el Departamento de Salud. De los contagiados durante las primeras semanas, el Departamento de Salud dio poca información, pero indicó que al menos tres personas habían estado de viaje en Nueva York o Florida. Luego dejó de ofrecer estos datos.

Diez días antes de que la Guardia Nacional comenzara a tomar la temperatura a los viajeros en el aeropuerto, a Puerto Rico llegaron 2,491 vuelos comerciales, privados y de carga. De esos, 585 aviones venían de Nueva York, New Jersey y Florida, tres estados que desde el 8 de marzo están entre los primeros diez focos de infección del virus en Estados Unidos, que, al cierre de esta historia, ha cobrado la vida de sobre 54,369 personas a nivel mundial. El CPI obtuvo la información de los vuelos que llegaron a Puerto Rico de una base de datos de la empresa FlightAware que recibe datos de sistemas de control de tráfico aéreo en más de 45 países.

Según el doctor en sociología y demografía Héctor Cordero Guzmán, profesor en el Baruch College en la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY, en inglés), es importante analizar la expansión del COVID-19 a partir del flujo de personas que históricamente ha existido entre Nueva York y Puerto Rico, con los intercambios de comercio, humano, familiar y de ideas. Solo en la ciudad de Nueva York se estima que viven 700,000 puertorriqueños, según datos del Centro de Estudios Puertorriqueños.

Alberto Velázquez, gerente de proyectos del Instituto de Estadísticas a cargo del Perfil del Migrante, dijo que entre 2005 y 2018 en Florida, por ejemplo, se observó un aumento de 32,845 puertorriqueños (277%) que se fueron a vivir a ese estado, según el Censo. En esos años, el número de pasajeros entre Florida y Puerto Rico aumentó un 37% y los vuelos desde ese estado subieron en un 44%, según datos que Velázquez rescató del Departamento de Transporte de Estados Unidos.

Foto vía VisualHunt

El cernimiento de los pasajeros en el aeropuerto Luis Muñoz Marín comenzó el 17 de marzo.

Tardó el control en el aeropuerto

Flor Rodríguez Rivera, de 45 años y residente de Dorado, viajó a Michigan para cuidar durante dos semanas a los dos los hijos de su sobrino cuya esposa tuvo un parto por cesárea.

Cuando viajó sola el 17 de febrero desde el aeropuerto en Puerto Rico, en un vuelo de la línea aérea JetBlue, no llevó máscaras ni desinfectante. Tampoco lo hizo cuando regresó el 2 de marzo. Sin embargo, se percató de que en Boston, donde hizo escala, ya había personas con máscaras.

Cuatro días después de su regreso a Puerto Rico sintió fiebre, dolor en la garganta y tos. “No puede ser influenza, porque yo me vacuné”, contó Rodríguez Rivera. Sabía que estaría con niños y un bebé, así que había tomado precauciones.

Su doctor no la atendió. Le dijo que llamara al Colegio de Médicos. Recibió un panfleto de ellos, pero no le dijeron a dónde ir. Llamó al número de teléfono que anunció el Departamento de Salud para los asistentes al Día Nacional de la Zalsa.

“Quédate en tu casa”, era lo que le decía el personal que le contestaba. “Si te pones mal, ve a una sala de emergencia”.

Llegó el momento en que se le hacía difícil respirar. Flor lo que quería era hacerse la prueba de coronavirus. “Eso solamente se lo dan a los casos que están bien malitos y, además, todavía no existen las pruebas en Puerto Rico”, le dijeron cuando volvió a llamar a la línea telefónica de Salud.

Le repitieron las reglas de higiene que ella sabe a la saciedad, porque es epidemióloga.

Cuando no pudo respirar, fue al Hospital Universitario Ramón Ruiz Arnau, conocido como el HURRA, el 16 de marzo. Fue con mascarilla. Había advertido al hospital que iría porque creía que había contraído el coronavirus. Se quedó afuera hasta que finalmente una enfermera la dirigió a un cuarto de aislamiento.

Le hicieron las pruebas de influenza, micoplasma, placas y una tomografía computarizada (CT, en inglés). Dio negativo. Un doctor le dijo que no podía hacerle la prueba del coronavirus porque no tenía disponibles.

“Si yo te fuera a hacer pruebas, yo tengo que llamar al Departamento de Salud para que ellos manden a una persona acá y esa persona es la que te va a hacer la prueba, pero yo tengo que consultarlo con el epidemiólogo de la región”, contó Flor al CPI.

Al otro lado del teléfono, se escuchaba que le faltaba el aire. Ha combatido el cáncer tres veces y no tiene tiroides. Nunca le hicieron la prueba de coronavirus.

Sin medir el impacto de los viajeros que llegaron a Puerto Rico

Los vuelos comerciales y privados que llegaron entre el 8 y el 17 de marzo de 2020 desde Nueva York, New Jersey y Florida tenían una capacidad máxima de aproximadamente 91,546 pasajeros, según los modelos de los aviones que aterrizaron en Puerto Rico entre esas fechas. Pero el CPI supo que en marzo algunos venían casi vacíos. En ese mismo intervalo de tiempo, Puerto Rico recibió tres vuelos desde Madrid, España, una de las zonas de Europa con más contagios del COVID-19.

A partir del 17 de marzo, la cantidad de pasajeros llegando a Puerto Rico disminuyó en un 85% con relación a la cantidad de pasajeros semanal que llegan a Puerto Rico regularmente, dijo el teniente coronel Paul Dahlen, oficial de asuntos públicos de la Guardia Nacional.

Al margen de la baja, la gobernadora Wanda Vázquez Garced aceptó que se desconoce el impacto en la transmisión que han provocado los viajeros que han llegado a Puerto Rico desde lugares con amplia presencia del virus.

Más allá de promover el distanciamiento social y exigirle a la población que se quede en sus casas, ni el Departamento de Salud ni la Guardia Nacional, que han estado tomando la temperatura de los pasajeros que llegan al principal aeropuerto del país, han rastreado el historial de las personas que llegaron en esos vuelos ni las personas con las que estuvieron en contacto.

Así lo confirmó al CPI el teniente coronel Dahlen, quien indicó que la misión asignada al cuerpo militar fue exclusivamente para hacer las pruebas correspondientes en el aeropuerto. Explicó que no se les pidió rastrear a las personas que llegaron días antes ni después de que comenzara la misión. El militar dijo que Aerostar — empresa que administra el aeropuerto — no proveyó una lista con todos los vuelos ni la cantidad de pasajeros que llegaron a Puerto Rico entre el 8 y el 17 de marzo, día que ellos comenzaran con las pruebas en la instalación a las 6:00 p.m. La responsabilidad del ente militar es redirigir al personal del Departamento de Salud — que está destacado en el aeropuerto — los casos sospechosos luego que se les toma la temperatura. Es Salud el que mantiene un registro de las personas que presentan síntomas y que se les realizan las pruebas del COVID-19, no al resto de los pasajeros que no muestran síntomas.

Aerostar no suministró los datos solicitados por el CPI sobre la cantidad de vuelos y pasajeros que entraron a Puerto Rico desde los tres estados con mayor frecuencia de viajes previo a que la Guardia Nacional comenzara a hacer las pruebas. A través de su portavoz de prensa, Damarisse Martínez, la empresa comunicó que el personal a cargo de documentar estas estadísticas fue enviado a su casa por no ser crucial en el manejo de la crisis del coronavirus. No respondieron por qué no se suministraron los datos previos al 17 de marzo y se limitaron a decir que Aerostar solo sirve de apoyo en la misión de la Guardia Nacional en el aeropuerto.

El CPI también solicitó los datos de cantidad de vuelos y pasajeros que habían entrado a Puerto Rico entre el 1 y el 17 de marzo de 2020 a la Autoridad de los Puertos. Sin embargo, la agencia dijo que Aerostar solo les suministra informes mensuales.

El director de la Autoridad de los Puertos, Joel Pizá Batis, no estuvo disponible durante dos semanas para aclarar al CPI si, a raíz de la epidemia del coronavirus, se le han solicitado a Aerostar informes diarios sobre el movimiento de personas en el AILMM. Martínez, por su parte, dijo que Aerostar ha provisto informes de manera mucho más frecuente, pero no suministró ninguno de los datos que dijo que envió a Puertos.

Para la epidemióloga Melissa Marzán Rodríguez, de la Ponce School of Medicine, no darle seguimiento a todos los pasajeros una vez salen del aeropuerto impide llevar un conteo real de la presencia del coronavirus en Puerto Rico.

“Una cosa es que la persona dé positivo y no tenga síntomas. [Pero] es también hacer el rastreo de esa persona y saber con quién tuvo contacto. Se debe hacer esa investigación epidemiológica para poder contener el virus. De hecho, necesitarías llamar por 14 días, que es el periodo de incubación máxima, a todas las personas que estuvieron en ese vuelo para saber si reportan síntomas una vez están en Puerto Rico”, alertó la experta.

Marzán Rodríguez apuntó que en estos estados tampoco se conoce cómo se está dando la transmisión comunitaria, es decir, el contagio entre pacientes que no han tenido contactos con una persona que ha viajado.

Los departamentos de Salud de Florida, Nueva York y New Jersey indicaron al CPI que no llevan un desglose sobre la nacionalidad de los contagios, por lo que desconocen cuántos puertorriqueños se han infectado del COVID-19 en sus jurisdicciones. El documento de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés) que se utiliza para registrar los casos bajo investigación solo da las opciones para establecer etnia (hispano/laitno) y raza.

Según la epidemióloga, el desconocer sobre la transmisión comunitaria en estos estados limita la posibilidad de analizar cuántos casos realmente se han importado a Puerto Rico desde esas zonas.

Hasta el 2 de abril, la Guardia Nacional había tomado la temperatura de más de 45,000 personas en el aeropuerto.

Otra medida que planteó Marzán Rodríguez fue pausar los vuelos que llegan desde zonas con amplia presencia de casos del virus, pero reconoció que esa determinación no está dentro de los poderes del Gobierno local.

El 15 de marzo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció la prohibición de la entrada de turistas durante 30 días desde 26 países de Europa considerados puntos de riesgo del COVID-19. Estados Unidos también mantiene restringida la entrada de personas que estuvieran en China e Irán. En una conferencia el pasado martes, Trump adelantó que estudia restringir además los vuelos a Estados Unidos desde Brasil. Medidas similares se han tomado en otros países de América Latina, como Cuba y Colombia, donde el presidente Iván Duque anunció el 19 de marzo la prohibición de vuelos internacionales durante 30 días.

“Si se sigue teniendo sostenidamente la transmisión comunitaria en Nueva York, por ejemplo, que sabemos que tiene mucho flujo con Puerto Rico en términos de vuelos, habría que limitar los vuelos y eso no está en la jurisdicción local. Sería evitar que haya vuelos en lo que pasa la cuarentena. Pero el Gobierno local no va a tener jurisdicción sobre eso. Si esa no es una opción, hay que seguir viviendo con hacer los screenings en el aeropuerto y poder identificar esos casos que van a entrar y que, inmediatamente entran, se pongan en cuarentena”, señaló Marzán Rodríguez.

La experta recordó que, durante la epidemia del ébola en 2014, en Estados Unidos se destinaron ciertos aeropuertos para recibir los vuelos que llegaban desde lugares con focos de infección. “En ese momento, el sistema incluía por 21 días — que era el periodo de incubación — monitoreo a toda la gente que había entrado a Estados Unidos por esas vías. No es solo hacer las pruebas, también tiene que haber una responsabilidad de monitorear para poder identificar temprano casos de COVID-19”, apunto la epidemióloga.

Carlos Rodríguez Díaz, científico en Salud Pública e investigador del Recinto de Ciencias Médicas, de la UPR, y de George Washington University, coincidió con la importancia de esas medidas tomando en cuenta las personas asintomáticas que pudieran llegar en esos vuelos.

“Una persona puede estar infectada con COVID-19 y no presentar síntomas. Hay un sistema de monitoreo en la entrada y salida en los aeropuertos y una persona puede no tener síntomas y ser portador del virus y por lo tanto puede ser un vector, es decir, que puede tener el virus y transmitirlo a otras personas. Por eso, el distanciamiento físico o social, como se le está llamando, es importante, porque no podemos depender de que una persona tenga síntomas para saber si tiene la infección o puede exponer a otras a la infección”, explicó Rodríguez.

Cientos de vuelos a Puerto Rico a medida que aumentaron los casos en Nueva York, New Jersey y Florida

En Florida, donde residen sobre 1.1 millones de puertorriqueños según datos de 2018 del Censo, el primer caso se registró el 1 de marzo. Diecisiete días más tarde, ese estado registró 873 casos del COVID-19. La mayoría de los positivos se ubicaron en el condado de Broward (214 casos), donde habitan cerca de 88,000 puertorriqueños. Esa misma semana llegaron a Puerto Rico 406 vuelos desde Florida sin que hubieran medidas preventivas en el aeropuerto. Los casos positivos en Florida ascendieron a 9,008, incluyendo 144 muertes hasta el 3 de abril.

En el estado Nueva York, donde residen un millón de puertorriqueños según el Censo, el primer caso también se registró el 1 de marzo. En diecisiete días, este estado sumó 5,346 casos positivos. En ese mismo intervalo de tiempo, a Puerto Rico llegaron 94 vuelos comerciales y privados desde Nueva York. El estado registró un total de 92,381 casos positivos, incluyendo 1,552 muertes hasta el 2 de abril.

En New Jersey, donde el Censo ubica a más de 488,000 puertorriqueños residentes en 2018, los primeros dos casos de coronavirus se registraron el 4 de marzo en el condado de Bergen. Para la semana entre el 8 y el 17 de marzo, en New Jersey se registraron 768 casos positivos y el condado con mayor prevalencia en esas fechas, con 257 casos, fue Bergen, donde residen más de 34,000 puertorriqueños. Durante esa misma semana, a Puerto Rico llegaron 85 vuelos comerciales y privados desde ese estado. Hasta el 2 de abril, en New Jersey se registraron 25,590 casos positivos, incluyendo 537 muertes.

Pero estos viajes no se limitan solo a puertorriqueños que residen en estos estados y que vengan de visita. Los principales aeropuertos de Nueva York, Florida y New Jersey funcionan de trasbordo para viajeros que llegan desde otros puntos de Estados Unidos e incluso desde vuelos internacionales. Asimismo, es habitual que cada año durante el mes de marzo miles de turistas de Estados Unidos también llegan a Puerto Rico como parte de las vacaciones de primavera. De hecho, en los últimos cuatro años, cada marzo han llegado a Puerto Rico sobre 398,971 (400 mil) pasajeros en promedio, según información de la Autoridad de Puertos publicada por el Instituto de Estadísticas de Puerto Rico.

Por eso, Marzán Rodríguez recalcó la urgencia de activar protocolos de monitoreo para seguirles el rastro a todos los viajeros que lleguen, principalmente de zonas con amplios casos del virus.

Desde el 17 de marzo hasta el 2 de abril, efectivos de la Guardia Nacional le tomaron la temperatura a 45,646 personas en el aeropuerto. También se les hizo un cernimiento sobre síntomas. Del total, 153 viajeros fueron referidos al área de triage que el Departamento de Salud habilitó en el aeropuerto y solo a 55 se les hizo la prueba del COVID-19. En total, 130 pasajeros fueron enviados a aislamiento domiciliario, dijo el gobierno. Al resto de los que no pasaron por el triage se les dejó ir sin documentar sus nombres y pueblos de residencia. No fue hasta el 23 de marzo que la Gobernadora recomendó que toda persona que llegue a Puerto Rico se aisle por un periodo de 14 días. Ese mismo día, la Agencia Federal de Aviación (FAA, en inglés) concedió canalizar el tráfico aéreo hacia la Isla solo por el AILMM.

Además, la FAA determinó que todos los aviones fletados (“charters”) y de aviación general (personas dueñas de avionetas para vuelos recreativos), provenientes de destinos internacionales y de Estados Unidos, sólo podrán aterrizar en los aeropuertos de Aguadilla, Isla Grande y el AILMM. Previamente, este tipo de vuelos podían aterrizar en los aeropuertos de Culebra, Vieques, Ceiba y Ponce.

Rastreos y más pruebas es la combinación recomendada

Para la epidemióloga Marzán Rodríguez, la incertidumbre sobre la cantidad de casos reales del coronavirus en Puerto Rico también se podría corregir si el Gobierno de Puerto Rico hiciera más pruebas y ampliara el rastreo de todas las personas que llegaron en vuelos, independientemente de que las personas presenten síntomas. Por el momento, Departamento de Salud hace pruebas a las personas que presentan los principales tres síntomas asociados con el coronavirus — tos seca, fiebre y dificultad para respirar — y que hayan estado expuestas a viajes o a alguien que estuvo de viaje. La posibilidad de hacer las pruebas se amplió para incluir el criterio médico, es decir, si estos piensan que la persona debe hacerse la prueba.

Pero Rodríguez, científico en Salud Pública, destacó que ampliar las pruebas podría ayudar a monitorear mejor la epidemia, pero reconoció que el Gobierno tiene recursos limitados.

“Sabemos que no hay pruebas suficientes y están estableciendo medidas cautelares para que haya pruebas para la gente que más necesita. Ciertamente hay evidencia de que no hay pruebas suficientes, lo que es un problema para hacer los análisis epidemiológicos de la enfermedad en Puerto Rico. Con el patrón que tenemos, es probable que nunca sepamos cuánta gente se está infectando, solo sabremos de la gente que se hace la prueba”, dijo Rodríguez.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) también promueve la realización de más pruebas y los rastreos de contactos como medidas para mitigar la expansión del COVID-19, ya que, según su director general, Tedros Adhanom, limitar las medidas cautelares a las cuarentenas y al distanciamiento social ayuda solo a comprar tiempo pero no a “extinguir una epidemia”.

Dijo, además, que los gobiernos deben expandir y desplegar más personal de atención médica y salud pública lo que, a su vez, permite rastrear todos los casos sospechosos que pudieran incidir en la transmisión comunitaria.

El secretario de Salud, Lorenzo González, dijo el martes en conferencia de prensa que iniciar el contact tracing conlleva armar los grupos que se enviarán a las ocho regiones epidemiológicas y que requerirán flotas de carros para movilizarse a las comunidades a rastrear e identificar hoteles en las zonas en caso de que se requiera aislar alguna persona. El Task force, que creó la Gobernadora para atender la crisis del COVID-19, define el contact tracing como “una entrevista a las personas que tengan resultados probables o positivos con el objetivo de identificar aquellas personas que hayan podido ser contactos de alto riesgo o contacto cercano”.

En declaraciones escritas los epidemiólogos Cynthia Pérez, Enid Díaz y Juan Carlos Díaz, del Task force, explicaron que “el apoyo en las regiones inicialmente proviene del personal de otros programas del Departamento de Salud, el cual incluye epidemiólogos y enfermeras”.

No especificaron cuántas personas servirán de apoyo a cada región, pues “va a depender de la región y de la cantidad de casos que se estén manejando”. Los doctores también recomendaron a Salud que cada equipo regional cuente con personal voluntario.

Sin embargo, las medidas de rastreo de personas que pudieran haber estado en contacto con alguien que porte el coronavirus se limitarían a casos en que pacientes hayan dado positivo a la enfermedad y no a toda la gente que llegó en algún vuelo a Puerto Rico. Así se desprende del Plan de Preparación y Respuesta ante el Coronavirus novel 19 – COVID-19 del Departamento de Salud. El plan solo establece que los viajeros que pudieran representar un alto riesgo pueden ser puestos en cuarentena como medida de precaución en su hogar, lugar de estadía o en un centro alterno.

“Cada individuo en cuarentena será monitoreado diariamente por teléfono, texto o en persona para verificar la presencia de fiebre y otros síntomas característicos del COVID-19”, detalla. El documento no incluye ninguna medida relacionada con seguimientos al resto de los pasajeros que lleguen en vuelos y que pudieran portar el virus de manera asintomática. Más adelante, el plan sí habla de rastreos a modo general, pero solo cuando se trata de contactos “sospechosos”. Esa descripción del rastreo no plantea un protocolo concreto con tiempo estimado de intervención o indagación de las personas en contacto con el caso, el posible portador del COVID-19. Solo indica que el rastreo de contactos comenzaría “lo más pronto posible”, luego de que se entreviste a la persona que podría tener el virus.

El rastreo de contactos es parte del andamiaje de vigilancia rápida, que consta de reporte de hospitales, de laboratorios, de otras instalaciones de servicios de salud y médicos, y de informes de muertes por COVID-19. Aunque el Task force dé sus recomendaciones, Salud está a cargo de implementarlo y decidir cuándo comienza.

Hasta el 2 de abril, en Puerto Rico se han registrado 378 casos positivos de coronavirus y 15 muertes asociadas a esta condición, según el Departamento de Salud. No obstante, la agencia informó que solo se han realizado 3,486 pruebas, de las que 2,049 han dado negativo y se esperaba por el resultado de 1,055.

 

Víctor Rodríguez Velázquez es miembro de Report for America

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