La tentación de vender “el paraíso”

Luquillo — En la calle Fernández García, en el casco urbano de Luquillo, Gloria Escobar Skerett, de 87 años, se niega a vender su casa de esquina donde nació y creció su madre, se crió y vive ella, y donde, también, se criaron sus hijas. Su abuela llegó a Luquillo en el siglo 19 y desde entonces este espacio “es de la familia y para la familia”. Una de sus hijas, Gloria Ramírez Escobar, la acompañaba en la residencia cuando el Centro de Periodismo Investigativo la entrevistó. Dijo que tras el paso del huracán María, las ofertas para comprar esta esquina son como un aguacero. “Llueven y no escampan”, sostuvo. 

“Han venido muchas personas, pero mami los espanta rápido”, aseguró mirando a su madre, quien se reía, pero no hablaba durante la entrevista.

Una pesadilla para los puertorriqueños conseguir hogar, mientras otros acaparan propiedades

“Es una misión imposible buscar casa en Puerto Rico”. Así la pediatra Cynthia Miguel resumió su experiencia al intentar encontrar una propiedad donde vivir con sus tres hijos en San Juan. “Vi como 10 propiedades en San Juan, siete u ocho walkups y apartamentos. Me topé con listas de espera de hasta 15 personas para verlos. Hubo ‘realtors’ que me dijeron que me llamarían para avisarme cuándo podrían mostrarme la propiedad.

La gentrificación desplaza a las sobrevivientes de violencia doméstica

Al buscar alojamientos de corto plazo en la costa norte de Puerto Rico, en el pueblo de Manatí, por ejemplo, aparecen 45 alternativas en la plataforma Airbnb. En Clasificados Online sólo aparecen siete propiedades para alquiler a largo plazo y dos anuncios en los que se busca una renta asequible, en la que acepten vouchers de vivienda subsidiada. La falta de inventario de rentas a largo plazo es un problema que afecta a muchas personas en Puerto Rico, donde el 32% de las casas ocupadas son alquiladas, de acuerdo a datos del Censo para el 2020. Sin embargo, las poblaciones vulnerables, como las víctimas sobrevivientes de violencia en relaciones de pareja, se ven aún más impactadas por este problema. Cuando una sobreviviente llega a un albergue de emergencia, se le crea un plan individualizado en el que se determinan los servicios que necesita para estabilizar su vida, luego de una experiencia traumática de violencia.