Iglesias pentecostales y evangélicas entre las instituciones que más realizan las “terapias de conversión”

El primer encuentro con las “terapias de conversión” del hoy doctor en psicología, Samuel Ocasio Domínguez, fue a sus 15 años, en la oficina privada del psicólogo clínico Carlos Velázquez García. 

A raíz de haberle confesado su orientación sexual a sus padres mediante una carta, Ocasio Domínguez cayó sentado en la oficina de quien se promocionaba como un experto en salud mental en la Milla de Oro en San Juan. 

En un intento por hacer desaparecer su homosexualidad, mientras el psicólogo Velázquez García se disfrutaba una merienda reclinado desde su silla, le pidió a Ocasio Domínguez expresar intimidades sobre sus prácticas sexuales y hacer dibujos de lo que percibía como una familia. El menor tuvo que integrarse, por recomendación del psicólogo, al equipo de baloncesto de su escuela y sustituir a su grupo de amistades mujeres por almuerzos con los varones de su clase. 

El psicólogo clínico le preguntó sobre las niñas en su clase y le pidió que escogiese a una con la que pudiese salir en una cita al cine. No limitó los requisitos de la descripción de la niña a sus cualidades y personalidad, sino que le exigió que la objetificara sexualmente y se enfocase en los rasgos físicos de la menor que le pudiesen resultar placenteros a un hombre heterosexual. 

“Me pidió que la invitara a salir, que le comprase popcorn, que la besara y que le tocase sus senos. Verbalizó que no iba a saber si me gustaban las nenas hasta que no las ‘probase’”, explicó el sobreviviente a la violencia de las llamadas “terapias de conversión”. Este psicólogo, que alegadamente diagnosticó a Ocasio Domínguez como hipocondriaco y adjudicó su homosexualidad a haberse criado junto a sus hermanas, es ahora director y fundador del Instituto de Psicotraumatología en Puerto Rico.