Además de la restauración del ecosistema y el flujo de agua, el dragado traerá cambios en la demografía, ecología y geografía de las ocho comunidades contiguas a este cuerpo de agua urbano.
Cuando sus hijos estudiaban en la Escuela Elemental Santiago Iglesias Pantín de Barrio Obrero, Aileen Morales tenía que cargarlos a sus espaldas cada vez que se inundaban las calles contiguas al Caño Martín Peña. No quería que llegaran al salón de clase con sus piernas mojadas ni con el hedor causado por las aguas sucias que por décadas han afectado la paz de comunidades, cada vez que experimentan un evento de lluvia fuerte. Morales, quien es residente y líder comunitaria en el sector Parada 27, lleva más de una década viendo las noticias que reseñan los sucesos de inundación relacionados al Caño. También ha participado de reuniones anuales con integrantes del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos (USACE, en inglés). El problema de inundaciones y la necesidad de dragar este cuerpo de agua urbano son asuntos ampliamente conocidos tanto en Puerto Rico, como en algunos círculos políticos de Estados Unidos, como un asunto de justicia ambiental y de salud.