9 de enero de 2015. Han pasado dos días del atentado contra la redacción del semanario satírico francés Charlie Hebdo, donde los hermanos fundamentalistas Saïd y Chérif Kouachi, armados con fusiles de asalto, han acribillado a 12 personas y herido a otras 11. Los Kouachi han logrado huir, pero no saldrán con vida de la imprenta de una localidad al norte de París en la que se encuentran atrincherados. Mientras tanto un colaborador suyo, un yihadista llamado Amedy Coulibaly, asalta en la capital francesa el Hyper Cacher, un supermercado de productos alimenticios que cumplen con los preceptos de la religión judía. Va armado con dos fusiles de asalto Ceska VZ 58 y dos pistolas Tokarev TT 33. También cuenta con un Kalashnikov y un subfusil Skorpion.
Toma como rehenes a todos los que se encuentran en el establecimiento. Cuando uno de ellos trata de huir, Coulibaly le mete un tiro en la espalda. A continuación dispara contra un segundo cliente del supermercado. Y luego, contra otro, y contra otro. En total mata a cuatro de los rehenes. A punta de pistola, mantiene a los 15 restantes secuestrados durante más de cuatro horas.
Las dos armas que empuña Coulibaly proceden de la antigua Checoslovaquia comunista. Ambos son fusiles de asalto Ceska VZ 58. Uno fue fabricado en 1961, el otro es una versión más corta de 1964.
Esas dos armas fueron retiradas del arsenal militar al ser consideradas inservibles, según consta en los documentos de la policía francesa que ha investigado su procedencia. Estaban en mal estado, sí, pero aún eran capaces de disparar y matar.
Ambos fusiles Ceska llevan el sello de Kol Arms, una firma de armería de Eslovaquia. Fue Kol Arms quien se encargó en 2013 de inutilizar uno de esos rifles de asalto y dejarlo reducido a arma de fogueo. Y lo mismo hizo con el otro un año después. El número de serie de uno de esos dos Ceska empleados en el atentado yihadista del Hyper Cacher es 63622.
Ambos fusiles de asalto estuvieron a la venta como armas de fogueo para cualquiera que quisiera comprarlos, con el único y exclusivo requisito de que ese alguien fuera mayor de edad. Y alguien, efectivamente, los compró. Posteriormente esos dos Ceska fueron reactivados por algún especialista en armas del hampa para ser de nuevo mortíferos.
Según los expertos en balística de la Policía de París, el proceso que se ha de seguir para conseguir reactivar esas armas y hacer que vuelvan a disparar munición real es sencillo: sólo es necesario reconstruir el cañón.
Armas como esas, empleadas en los atentados yihadistas de París, están disponibles en Internet y se mandan a través de servicios de envío postal. La versión recortada de la Ceska viene a costar unos 500 euros; la más larga, entre 230 y 280 euros.
Algo más caras resultan las dos pistolas Tokarev TT 33 que también llevaba Coulibaly aquel fatídico 9 de Enero de 2015. Estas dos armas datan de 1951 y 1952 y también fueron transformadas en armas de fogueo por Kol Arms en 2014, para después ser reactivadas por una tercera persona. Este mismo modelo de Tokarev ya fue detectado en la región francesa de Marsella en octubre de 2012 y en París en julio de 2014. Coulibaly de hecho tenía otras cuatroen su escondite en Gentilly, en el norte de Francia.
¿Cómo consiguió Coulibaly reunir ese arsenal? La información recopilada por las fuerzas de seguridad francesas apunta directamente a una tienda en Eslovaquia e incluye también un episodio de torpeza por parte de la propia policía gala.
Pero empecemos por el principio…
En la localidad eslovaca de Partizanske, a dos horas al este de Viena, se encuentra la tienda AFG Security. Está en el sótano de un edificio de apartamentos de dos plantas situado cerca de las vías del tren. Un miembro del equipo internacional de reporteros que ha trabajado durante tres meses en esta investigación periodística pudo echar un vistazo sin problemas al local, pero los responsables se negaron a responder a sus preguntas al presentarse como periodista. Todos los demás intentos de obtener información que este equipo ha llevado a cabo se estrellaron contra un muro de silencio.
Desde ese sótano de Partizanske, una localidad con unos 25.000 habitantes, AFG suministra a criminales de toda Europa armas inutilizadas. Entre sus clientes se cuentan gángster del Reino Unido, neonazis de Alemania y yihadistas de Francia.
Las armas se venden para “diversión y deporte”, según sostiene AFG en su página web, donde indica que varias de ellas fueron utilizadas durante la II Guerra Mundial. La compañía también destaca que se trata de “armas originales, con cambios insignificantes”.
Esas armas proceden de los arsenales del Ejército y de la Policía eslovacas. Tras la caída del comunismo, y con el objetivo de ahorrar dinero en su eliminación, Eslovaquia envío camiones repletos de armas a compañías como Kol Arms, encargadas de transformar esos artefactos mortíferos en juguetes inofensivos.
Cuando las armas salieron de Kol Arms, desde el punto de vista estrictamente legal eran armas inservibles, modificadas para evitar que pudieran disparar munición real. Pero para los criminales ese era sólo un detalle anecdótico.
La realidad es que un simple proceso puede hacer que esas armas supuestamente no dañinas vuelvan a ser letales. Los investigadores franceses calculan que a un especialista en armas de nivel medio le bastan un par de horas para lograrlo.
AFG ha vendido unas 14.000 armas de ese tipo; la mayoría, a través de Internet, según datos de la policía de Berlín, que está investigando a 33 clientes alemanes de esa empresa.
La tienda eslovaca ya estaba bajo investigación desde antes de que ese establecimiento estuviera relacionado con la cadena de vendedores que suministró las armas con las que se cometieron los atentados de París. Ya en 2014, AFG empezó a despertar el interés de las autoridades de Alemania y del Reino Unido.
Todo comenzó con un paquete procedente de Alemania y destinado al gángster británico Alexander M., más conocido como “Smokey”, un ladrón de Londres que ahora cumple una condena a cadena perpetua. El paquete contenía pistolas ametralladoras VZ61 Skorpion. Smokey compró las pistolas desde la cárcel, utilizando para ello su propio teléfono móvil.
Las autoridades sólo tenían el alias del intermediario alemán que desde una oscura página web comercial llamada Agora traficaba con armas, un tal Max Mustermann. Los comentarios dejados allí por usuarios decían de Mustermann cosas tipo: “Mi primera elección” y “Max es el mejor”.
Las policías británica y alemana enviaron entonces a ciber-investigadores encubiertos a comprar armas de ese tipo. Rastrearon numerosos emails que les condujeron a la ciudad bávara de Schweinfurt y, en concreto, a un estudiante de 20 años llamado Christoph K. En enero de 2015 la policía hizo una redada en su apartamento del campus y le arrestó. Otras personas fueron detenidas en Europa en la misma operación.
Christoph K. se dedicaba a reactivar armas compradas en el sótano de AFG y a venderlas con una ganancia de diez veces el precio que había pagado por ellas. Le cayeron cuatro años y tres meses de cárcel.
Pero no era el único cliente fiel de AFG. Los registros de la compañía, obtenidos por la Oficina Federal de Investigación Criminal de Alemania (la BKA), mostraban también que un tal Alexander R., de 39 años, había comprado dos Kalashnikovs y varios Skorpions.
Alexander R. era conocido entre otras cosas por hacer negocios de armas con una red neonazi relacionada con el ilegalizado grupo deportivo paramilitar de extrema derecha Hoffmann. Y en Ferlach, una localidad considerada como el corazón de la industria armamentística de Austria, consiguió cañones nuevos para hacer de esos Kalashnikovs y Skorpions armas de nuevo activas.
La policía detuvo a Alexander R. y descubrió su arsenal. Fue condenado a pasar cuatro años entre rejas. Desde la cárcel escribió a sus amigos asegurando que su objetivo era acabar con Alemania y con todos los soplones que le habían traicionado.
Desde que fue puesto en libertad, Alexander R. ha estado comprando muchas armas a AFG. Como pensó que la policía tendría el negocio online bajo vigilancia, acudía en persona a la tienda y pagaba en efectivo sobre el mostrador. Ha sido condenado de nuevo, aunque ha recurrido la sentencia. Se desconoce el paradero de docenas de fusiles de asalto que había comprado.
Después de que esa ruta para hacerse con armas fuera ganando peso en los bajos fondos criminales comenzó a ser utilizada por los terroristas islámicos.
En 2014, AFG atendió a través de Internet a un hombre del norte de Francia. Se trataba de Claude Hermant, un ex miembro del Frente Nacional -el partido de extrema derecha fundado por Jean Marie Le Pen- con un importante historial paramilitar. De hecho Hermant estuvo encarcelado en Congo tras tomar parte en un fallido intento de golpe de Estado.
Este ex paramilitar tenía un negocio de vigilancia cerca de Lille, en el norte de Francia. Utilizando esa compañía, compró a AFG un surtido de pistolas, subfusiles y fusiles Ceska VZ 58, todos ellos inutilizados por Kol Arms.
Después de los ataques yihadistas ocurridos en París en enero de 2015, la policía registró su taller y encontró varias armas, todas reactivadas bien con la ayuda de un taladro, bien tras haber remplazado el cañón. El lote incluía un fusil de asalto Ceska VZ 58, una pistola Tokarev TT 33 y munición. Pero la policía no se preocupó de buscar otro VZ 58 y seis TT 33 que Herman también había adquirido de AFG.
Esas fueron las armas utilizadas en el atentado contra el supermercado judío Hyper Cacher en el que fue asesinadas cuatro personas.
Pero Hermant también tenía una buena excusa. Cuando fue detenido declaró que, desde 2014, había estado comprando armas con el consentimiento de la Gendarmería francesa para así documentar su tráfico ilegal. De hecho Hermant vendió armas a un tal Samir L., una figura de los bajos fondos de Roubaix (municipio del norte de Francia) y preguntó a sus contactos en la Policía si podía venderle más. Estos aceptaron.
La policía ha admitido que Hermant tenía desde 2013 estatus oficial de “informador”. Cuando al agente encargado de vigilarle le echaron en cara su fracaso a la hora de averiguar dónde terminaban las armas con las que traficaba, se limitó a soltar: “Me ocupo de 30 informadores. Es complicado”.
Otro de los colaborades de Hermant era un ciudadano belga llamado Patrick Halluent. También estaba en la lista de clientes de AFG, donde compró el Ceska VZ 58 que acabó en manos del yihadista Coulibaly.
Pero en esta historia todavía hay una pieza que falta: saber cómo las armas de Hermant llegaron de estos intermediarios a Coulibaly.
Un arsenal de la era comunista
El 23 de julio de 2015 un Mercedes blanco atravesaba la ciudad danesa de Rodby, a la que había llegado a bordo de un ferry que en 45 minutos había hecho el trayecto entre ese lugar y la localidad alemana de Ferhmarn. Al volante del vehículo se encontraba el serbio Sanel H. En un registro rutinario, la policía descubrió en el vehículodiez granadas de mano y otras 13 armas. El coche era un auténtico arsenal.
Sanel H. se lo comió todo él solito. No dio información, no reveló el nombre de ningún cómplice ni dijo lo que pensaba hacer con esas armas.
En una nota que llevaba encima estaba garabateado el nombre de la ciudad danesa de Alborg, un número de teléfono y una dirección, pero Sanel H. no soltaba nada al respecto. Gracias a información adicional, la policía danesa le interrogó sobre su relación con un ex agente de policía bosnio, y Sanel admitió conocerle, refiriéndose a él como “un tipo honesto” que no tenía nada que ver con el tráfico de armas.
Sin embargo tres meses después, en la ciudad alemana de Aquisgrán -en la frontera con Bélgica – un comando dela policía detenía al “tipo honesto”. La policía alemana había recibido un chivatazo desde Bosnia. El ex policía conducía un coche a bordo del cual llevaba 25 granadas de mano y cuatro fusiles de asalto Zastava M 70, el Kalashnikov serbio.
Fue un Zastava M70 el que utilizaron los hermanos Kouachi durante el atentado contra la redacción de Charlie Hebdo en enero de 2015. Y otro M70 fue hallado en el club Bataclan tras la masacre que en noviembre pasado dejó en esa sala de conciertos parisina 89 muertos. Además, otros tres ejemplares de ese tipo de arma fueron hallados en el Seat León utilizado por los terroristas de Bataclan para huir.
Todas esas armas no entraron en el mercado negro a través de la red eslovaca de la que hemos hablado y que tiene su epicentro en la tienda AFG. Eran armas activas procedentes de los Balcanes, donde Zastava ha producido cuatro millones de fusiles de asalto M70 AKM, una cifra equivalente al de toda la población de Bosnia y Herzegovina.
Los M70 de los atentados del Bataclan llegaron el 26 de mayo de 1981 a Sarajevo para uso de las Fuerzas de Defensa Territorial yugoslavas, una suerte de fuerza paramilitar oficial del gobierno que tras la caída de Yugoslavia se convirtió en el embrión de las fuerzas armadas bosnias durante la guerra civil en la década de los 90.
El segundo fusil de asalto utilizado en el atentado contra la sala Bataclan también podría haber llegado de los Balcanes. En este caso era un Norinco, la versión china del Kalashnikov, con una fecha de fabricación desconocida. Esas armas chinas formaban parte del arsenal estándar de las fuerzas armadas albanesas. El tercer fusil, fabricado en 1985, procedía de Bulgaria.
El Comité Permanente de Seguridad Interior de la Unión Europea (COSI) emitió el año pasado un comunicado en referencia a los ‘kalashnikovs’ utilizados en el atentado contra la revista Charlie Hebdo, destacando que los fusiles podrían venir de la antigua Alemania del Este. Pero los informes balísticos a los que ha tenido acceso esta red de reporteros no apuntan en esa dirección.
Uno de los ‘kalashnikov’ utilizados en el atentado contra Bataclan procedería directamente de Bulgaria. Como otros muchos países de ex bloque soviético, Bulgaria tiene enormes reservas de armas inactivas. De hecho, en 2008 anunció que tenía un excedente de 46.000 armas cortas. Su estrategia para deshacerse de ese arsenal consistió en primer lugar en tratar de vender esas armas, y de fundir y convertir en chatarra de hierro aquellas que no pudiera vender.
Rumania anunció un excedente de 1,25 millones; Albania, de 259.000; Serbia, de 90.000; y Bosnia y Herzegovina, de 53.000.
Y eso sólo se refiere a armas procedentes de arsenales del Estado, por lo general muy mal vigilados. Se cree que una cantidad mucho mayor se encuentra en manos privadas, oculta en sótanos: cuando por ejemplo los albanos derribaron en 1997 a su Gobierno, al menos 500.000 armas y 1,5 millones de balas fueron robadas durante aquellas revueltas.
En la actualidad hay un floreciente negocio de compraventa de armas incluso en mercadillos. Esas armas entran en Europa occidental a través de autobuses y coches particulares sobre los que no se suelen realizar controles. Los empleados de aduanas no tienen muchos medios para descubrir ese cargamento, y otros simplemente han sidosobornados para hacer la vista gorda, según revelaba una reciente investigación de Canal Plus Francia.
Ese era exactamente el método para introducir armas utilizado por los bosnios detenidos el año pasado en Dinamarca. Según un informe de la Policía alemana BKA, sólo en 2014 confiscaron 264 armas procedentes de los Balcanes.
En agosto del año pasado, tres meses antes del ataque contra la sala de conciertos Bataclan, Reda H. -un soplón de la policía relacionado con Abdelhamid Abaaoud, el cerebro de los atentados yihadistas de París- informaba a los servicios de inteligencia franceses: “(Abaaoud) me pidió que buscara un objetivo fácil, como un concierto (…). Me dijo que no le preocupaba el modo de conseguir las armas, que sólo le tenía que decir lo que necesitaba. Creo quetenía acceso a una red de proveedores”.
Una semana después de esa declaración ocurría el fallido ataque contra el tren Thalys Amsterdam-París, fallido porque el fusil de asalto que llevaba el yihadista Ayoub El Kahzzani se encasquilló. En ese atentado frustrado, organizado según todos los indicios también por Abbaoud, el arma utilizada podría haber sido una versión del Kalashnikov fabricada en Irán.
Pero ni siquiera reducir los arsenales completos de armas de los Balcanes sería suficiente para acabar con el peligro de que haya armas que acaben en manos de yihadistas. “El este de Europa será pronto reemplazado por armas procedentes de Túnez y Egipto. Ya estamos viendo una oleada de armas procedentes del conflicto de Ucrania”, asegura el ex responsable del departamento de armas de fuego de la policía federal belga, Pierre-Yves Fiévez.
Este texto fue originalmente publicado en El Mundo. Pulse aquí para ver los gráficos interactivos.
European Investigative Collaborations trabaja bajó licencia de Creative Commons.
El equipo que ha trabajado en este proyecto incluye a Irene Hernández Velasco, Paula Guisado, Pablo Medina y Javier J. Barriocanal, de EL MUNDO; Joerg Schmitt, Juergen Dahlkampf, Martin Brinker, Max Heber y Chris Kurt, de Der Spiegel; Alain Lallemand, Jean-Philippe Demonty y Marc Vanderbel, de Le Soir; Fabrice Arfi, Karl Laske, Matthieu Suc y Donatien Huet, de Mediapart; John Hansen y Jakob Sheikh, de Politiken; Milorad Ivanovic, de Newsweek Serbia; Lukas Matzinger de Falter; Vlad Odobescu del Centro Rumano para Periodismo de Investigación; y Michael Bird de The Black Sea. La coordinación ha corrido a cargo de Stefan Candea.