[TRANSCRIPCIÓN]

Nore Feliciano: Estás escuchando De cerca, un podcast del Centro de Periodismo Investigativo.

Limary González: Aquí hay cable… Ahí comienza el cable, ¿ok? Sí. Aquí, ¿ves? yo voy uniendo los piecitos. Mira, de este palito te puedes aguantar… Entonces. ¿Qué bulto?

Antonia: El bulto mío. 

Limary González: Ya yo lo tengo aquí. Ya pasó, dale, dale.

Antonia: Mami no quiero, dale tú primero.

Nore Feliciano: Limary González Torres nos muestra el camino del agua. Vamos con ella tierra adentro para llegar de manera segura a un acueducto comunitario en el barrio Zamas de Jayuya.

Limary González: Aquí todo lo que tienen en mano suéltenlo.

Jorge Ramírez Portela: ¿Por qué? 

Limary González: Porque vamos por aquí. Este es el cantito que si te caes te echo piedras. Van a ver el cablecito con lo que tienen que coger ahora. No hay prisa. Tómense el tiempo que necesiten, asegurando el paso. 

Nore Feliciano: Agárrense de esto… ¿Estás bien?

Jorge Ramírez Portela: Lo que pasa es que hay un risco ahí. Déjame no mirarlo. 

Limary González: Ok, este palo…

Nore Feliciano: Ay dios mío.

La única forma de llegar a la represa es a pie, subiendo por una montaña al lado del río Zamas. El camino es bien estrecho, apenas cabe un pie. Un cable gris, que está amarrado a algunos troncos, es la única herramienta que hay para no perder el balance y caer por un risco. Francamente, caminar por allí da miedo. Nadie puede dar un paso en falso.

Limary González: ¿Van bien? Este es nuestro acueducto.

Nore Feliciano: El acueducto comunitario del barrio Zamas en Jayuya, un municipio de la región del interior montañoso de Puerto Rico, se alimenta de un río de agua superficial. Y son 400 familias las que reciben agua de este acueducto.

Rafael Díaz:  Usted me había dicho por teléfono que usted usualmente sube dos veces a la semana. 

Limary González: Dos veces a la semana tengo que subir a clorinar, verificar que todo esté bien… Entonces cuando hay lluvias constantes tengo que subir a destapar.

Nore Feliciano: Limary, de 43 años, preside desde febrero de este año la organización que maneja el acueducto de su comunidad. Está a cargo de todo el mantenimiento, y entre sus tareas está echarle cloro al agua para desinfectarla, limpiar los filtros, abrir y cerrar llaves de paso, y atender los reclamos de sus vecinos. 

Y dos veces a la semana, Limary enfrenta la retante y peligrosa tarea de tener que subir al acueducto. El trayecto es un camino de tierra y rocas resbaladizas. Le toma una hora y media subir, y una hora y media bajar. Es parecido a subir el bosque del Yunque pero por un camino sin veredas.

Y Limary lo hace de manera voluntaria. A veces le acompañan su hija y sus perros.

Si este acueducto no existiera y si ella no hiciera esta tarea, la comunidad de Zamas no tendría agua. 

Mi nombre es Nore Feliciano, y junto a Rafael Díaz, hoy miramos De Cerca los acueductos comunitarios en Puerto Rico.

Rafael Díaz: En la mañana del miércoles 27 de julio, Michael Regan, el administrador de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos o EPA, llegó al barrio Borinquen de Caguas.  

Administrador de la EPA Michael Regan: Buenos días, Puerto Rico. Day two Journey to Justice tour. Headed first stop, Caguas, a small community that has designed its own drinking water system.

Rafael Díaz: Su visita era parte de “Viaje de la justicia”, una gira alrededor de distintos lugares en Estados Unidos y Puerto Rico, para resaltar asuntos de justicia ambiental, según la EPA. 

La primera parada en Caguas fue para destacar la operación exitosa del acueducto rural Pedro Calixto, uno de 242 acueductos comunitarios reconocidos por el gobierno de Puerto Rico. Estos acueductos no están afiliados a la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados y se encuentran mayormente en áreas rurales. Operan como organizaciones sin fines de lucro, aunque son reguladas por el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales, y el Departamento de Salud.

Pero además de estos, hay un número indeterminado de acueductos que operan de manera informal.

Michael Regan: We spent time in Caguas meeting with the community, which just a generation ago engineered their own drinking water system because the government failed them.

Rafael Díaz: El rostro de Regan en Caguas mostraba entusiasmo y satisfacción. Su recorrido en Puerto Rico comenzó con una nota positiva al llegar a un acueducto comunitario que operaba sin problemas. Parecía como sacado de un libreto en donde un funcionario federal vio que todo estaba bien. Regan hasta se fotografió con niños sonrientes que llegaron al lugar y abrió la pluma de un tanque con agua del acueducto.

Michael Regan: It’s real! 

Rafael Díaz: Pero más tarde en la mañana, en el sector Buenos Aires de Caguas, Regan tuvo una mesa redonda con varios líderes de acueductos comunitarios. 

Allí pudo ver otra realidad sobre la operación de estos sistemas en Puerto Rico. 

Líderes como Renato López, del acueducto El Torito en Cayey, le dijeron a Regan sus preocupaciones. Se quejaron de las trabas impuestas por el Gobierno y de lo oneroso de un acueducto comunitario.

Renato López: Una burocracia se convierte en un revolú que antes no tenía que ver nada con yo llevarle agua de aquí a acá. Por 30 años lo hicimos y lo hicimos muy bien. Hoy por hoy hemos tenido que superarnos y llegar al nivel de lo que se exige en las agencias reguladoras, la EPA, Salud y todas las que quieran alzar la mano y decir que tienen algo que ver con lo que nosotros hacemos, los de propiedad, los del CRIM. Seguirán apareciendo, gente que por alguna razón tienen alguna mano, algún documento o alguna exigencia de regulación que tenemos que cumplir. A veces no entendemos ni por qué.

Rafael Díaz: Entre los líderes que hablaron ese día estuvo Limary, del barrio Zamas. Allí denunció las dificultades que tiene su comunidad para mantener el acueducto y tratar de cumplir con los estándares de calidad de agua. 

Limary González: La caja que tenemos de recibidor es una cajita como de cinco por cinco, donde el modo de filtración es tela metálica de esa de hacer jaulas para conejo. Eso es todo nuestro sistema de filtración. 

Rafael Díaz: El acueducto de Zamas no cumple con todos los estándares de Salud. El objetivo principal de Limary es corregir esa situación, luego de lo que describe como años de falta de mantenimiento. 

Limary González: Es algo de verdad que arreglamos un tubo hoy y mañana aparecen tres más rotos. O sea, es algo que no terminamos. Esto es de todos los días. El sector es bastante grande y de verdad necesitamos otra alternativa.

Rafael Díaz: Esa otra alternativa podría ser un pozo, pero cuesta mucho. Cada familia del barrio Zamas paga $80 anuales para recibir agua. Con ese dinero Limary y el resto de la directiva tienen que hacer maravillas. 

Limary González: Lo que se recoge es para comprar la tubería, pagar en la ferretería, pagar los que nos ayudan. Todo el trabajo se está haciendo donado. ¿Me entiendes?

Rafael Díaz: Regan escuchaba sus planteamientos a través de una intérprete que traducía al inglés lo que allí se decía.

Limary me comentó que en el pasado su acueducto ha solicitado fondos de programas federales para mejorar el sistema, pero nunca recibió respuesta. A diferencia de la actividad de la mañana, ahora el semblante del funcionario era otro. Estaba serio, como sorprendido, procesando lo que decía Limary.

Limary González: El sistema estaba tan y tan deteriorado que la caja recibidora tenía gusanos. Y nosotros estábamos tomando agua con lombrices. Es algo que no es humano. Pero muchas gracias.

Rafael Díaz: Ese día en la mesa redonda, escuché a Limary decir algo que me llamó mucho la atención.

Limary González: Yo me tardo hora y media en subir a pies al tanque, y hora y media en bajar es algo que de verdad hay que verlo.

Rafael Díaz: ¿Cómo es posible que en el siglo 21 una persona tenga que pasar tres horas al día, varias veces a la semana, bajando y subiendo por un terreno empinado para que su comunidad pueda tener agua? 

Me quedé con eso en mente… y dos semanas después me comuniqué con ella para saber si podía acompañarla en uno de sus recorridos. Enseguida me dijo que sí.

Limary González: Como le explicaba a ella allá vive mi hermano… Aquí viven mis papas. El sábado teníamos fiesta, sin agua. Eso es parte de.

Rafael Díaz: Porque llevan 3 días sin agua. ¿Y eso es porque alguien cerró la llave? o…

Limary González: Está tapado. A eso vamos ahora. Porque ayer llovió bastante.

Rafael Díaz: Destapar el acueducto: ese era el objetivo. Sabíamos que sería una actividad de mucho esfuerzo físico, paciencia y concentración. Que debíamos preparar nuestra mochila con agua y meriendas para el recorrido. Pero jamás imaginamos cómo sería la experiencia, ni el riesgo que supondría.

Nore Feliciano: En total, éramos cinco personas: Limary y su hija de 11 años, Antonia; nuestro fotoperiodista Jorge Ramírez Portela, Rafa y yo. También estuvieron Firulais y Willy, los perritos de Limary y Antonia. Y aunque había que parar cada 10 minutos a tomar agua y descansar un poco, la primera media hora del recorrido pasó sin mayores contratiempos. Fuimos por un camino que han dejado los vehículos 4×4 que transitan por el área. Eso nos permitió conversar un poco más con Limary. 

Limary González: Esto lo corrieron por muchos años, muchas familias. Y en realidad fue donado el pedazo de tierra y se construyó para 50 familias. Sigue el mismo sistema operacional, la misma caja, todo igual. Se hizo para 50 familias y ya vamos por 400. No da, no da abasto.

Para mí el problema es almacenaje de agua. Porque si tu tuvieras donde almacenar pues puedes suplir, me entiendes, todo el tiempo, pero ahora mismo el río seca un poco y ya nosotros estamos en racionamiento.

Nore Feliciano: Según Limary para esa cantidad de familias hace falta una reserva de 100,000 galones. La que tienen actualmente es de 28,000.

Limary González: Entonces las personas no entienden que yo tengo que cerrar por las noches para que no se nos vacíe el tanque, porque si no, queda vacío. Entonces sí que no hay agua para nadie.

Nore Feliciano: Así que Limary cierra la llave entre 9 y 10 de la noche, y la abre entre 6 y 7 de la mañana. De esta forma intenta racionar el agua para que no se acabe.

Limary González: Por eso vas a ver que prácticamente todas las casas aquí tienen cisternas. Y un día que lo deje de hacer porque no he llegado, estoy enferma, cualquier cosa, el próximo día todos los sectores altos se quedan sin agua y entonces la presión al sector bajo les baja. Entonces pelean porque no tienen suficiente agua y los de los sectores altos me caen arriba. Tú sabes. Eso es increíble. Pero, no puedo hacer más.

Nore Feliciano: No es poca cosa lo que hace esta mujer. Después del huracán Fiona el pasado 19 de septiembre, la comunidad de Zamas tuvo agua dos días después, mientras más de 760,000 abonados de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados se guían sin agua en todo el país.

Tras 45 minutos de recorrido, llegamos al lugar del bosque donde se le echa cloro al agua, una caja de cemento pintada de verde. Es una estructura deteriorada, con una escalera de metal para subir a un cuarto en donde se almacena el cloro y los tubos de filtración. Una verja de tela metálica rodea la estructura. 

Limary fue la primera en subir. Tenía que desinfectar el agua, pues ya habían transcurrido cinco días desde la última vez que lo hizo. Nos dijo que ha tomado cursos de purificación del agua y busca certificarse profesionalmente en el proceso. 

Limary González: El último que cogí fue ahora este mes de agosto, de plomo y cobre. ese de tratamiento de planta, ahora si Dios permite, en septiembre abren convocatoria y entonces ahí lo cojo.

Nore Feliciano: Limary echó 10 tabletas de cloro en cada tubo, nos explicó el proceso paso a paso, luego limpió un poco el cuarto y se aseguró de dejar todo cerrado. Yo pensé que con esto terminaba el recorrido. Pero todavía quedaba la mitad del camino. 

Aquí es donde la cosa se complicó.  

El camino vecinal con las huellas de las 4×4 desapareció y comenzamos a subir por unas enormes rocas llenas de limo. Ahora tocaba seguir los consejos de Limary y tener mucho cuidado y paciencia.

Limary González: Ok, se acabó el camino principal, mis amores.

Rafael Díaz: ¿Tenemos que agarrarnos?

Limary González: No, todavía. Eso viene un poquito más arriba, jaja. Aquí tienen que tener cuidado subiendo porque las piedras tienen limo. Tú sabes, que no vayan a… Mi consejo: pongan los pies siempre como de ladito.

Nore Feliciano: El rostro de ella no reflejaba ninguna preocupación. Conoce el trayecto como si fuera el patio de su casa. En su gestión cotidiana no hay espacio para la improvisación.

Decir que el área estaba resbalosa no le hace justicia a lo peligroso que fue caminar sobre estas formaciones.

Antonia: ¡Ay!

Nore Feliciano: El colega Jorge Rodríguez Portela se cayó. 

Ese accidente provocó que nos cambiara el semblante.

A medida que caminábamos, más complicada y estrecha se hacía la ruta. Teníamos que seguir paralelos a un tubo de agua. Había que agarrarse de lo que fuera para mantener el balance. En ocasiones había que escoger entre no caerse y espetarse espinas o rozar ortigas, unas plantas que causan mucho picor. 

Después de varias caídas y resbalones, llegamos a la parte del acueducto donde se filtra el agua que se recoge del río. 

Limary González: Aquí ahora mismo, todas las hojas que pasan de allá arriba caen aquí y entonces con este palito, yo vengo y las voy limpiando.

Nore Feliciano: O sea, el agua que llega a sus casas pasa a través de una plancha metálica que filtra de manera rústica las hojas y las piedras que bajan del río.

Limary González: Los palitos, las piedritas que se nos quedan. Todo eso. Pero no lo hago ahora porque tenemos que llegar hasta la represa a destapar entonces allá arriba.

Nore Feliciano: Luego de allí, seguimos el camino. Faltaba la última parada: la represa. Esta sería la parte más peligrosa del recorrido. Estábamos caminando a centímetros de un barranco, en un suelo húmedo, con fango. Caerse allí puede ocasionar varias fracturas de hueso, o hasta la muerte. Esto no es una exageración. 

La ansiedad se apoderó de nosotros. El miedo nos atacó. Pensamos en virar, pero Limary nos dijo que faltaba poco. Si habíamos llegado hasta ese punto, había que terminar la misión.

Limary González:  No se rinden… ¿Quieren seguir subiendo?

Nore Feliciano: No, no, no… Vamos a llegar. Nosotros vamos a llegar. Esta historia hay que contarla completa.

Poco después de las 10:45 de la mañana, después de una hora y media de camino, llegamos al área de la pequeña represa. Estábamos aturdidos. No podíamos creer lo que experimentamos. Estábamos perplejos. 

Ese es el recorrido que Limary hace semanalmente, poniendo en riesgo su vida para garantizar aquello que el Gobierno no ha sido capaz da darle a su comunidad: el derecho al agua.

Limary y su hija nos invitaron a sentarnos alrededor de la represa, un pequeño sistema rústico, en cemento, que canaliza parte del río hacia el tubo. Mientras sacábamos las hojas que tapaban la represa, Limary nos comentó lo difícil que es dar mantenimiento al acueducto. Las principales razones son el deterioro del lugar y la carga de trabajo descomunal que representa para ella.

Limary González: Yo he querido tratar de subir con una picota a arreglar el camino. Es que no hay break, ¿me entiendes? Aparte de esto, yo estoy cobrando, encargando el cloro, clorinando, visitando las personas porque entonces también tienen problemas.

Nore Feliciano: Aunque el acueducto tiene una directiva, los otros miembros no pueden apoyar en las labores porque todos trabajan. Cuando Limary no puede subir, ella contrata a alguien y le paga de su bolsillo para que pueda cumplir con sus tareas. El resto del tiempo es ella quien sube por la montaña para hacer esta labor.

Limary González: Yo tengo un engrosamiento del pulmón derecho. Yo tengo ocho discos herniados. 

Nore Feliciano: Y aún así…

Limary González: Subo. Porque yo nací y yo me crié aquí. Yo amo esto. ¿Me entiendes? Es que esto es de nosotros.

Nore Feliciano: Luego de hidratarnos y conversar, comenzó a caer un aguacero torrencial. Guardamos la grabadora y las cámaras a toda prisa. No hubo tregua. No teníamos donde guarecernos. Todo se mojó.

Así que decidimos regresar con todo y lluvia. Temíamos que fuera a bajar un golpe de agua y que el terreno estrecho por donde tuvimos que cruzar estuviera demasiado mojado.

Y si antes las piedras resbalaban, ahora no había forma de caminar sobre ellas sin caerse. Nos deslizamos por ellas como si estuviéramos en una chorrera. Y aunque la bajada fue atropellada, respiramos profundo una vez llegamos abajo, al tanque de agua.

Rafael Díaz: Son muchos los problemas que enfrentan los cientos de acueductos comunitarios que operan en Puerto Rico. Poco presupuesto; lo oneroso que es cumplir con los requisitos impuestos por el Gobierno; la escasez de personas dispuestas a trabajar con estos sistemas; la falta de titularidad en los terrenos donde están algunos de estos acueductos. 

Todos estos obstáculos limitan el acceso al agua para cerca de 120,000 residentes de Puerto Rico, según calculó el investigador Omar Pérez Figueroa en el 2022.

Mientras tanto, la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados sigue sin responder si asumirá la responsabilidad de llevarle agua a estas comunidades, en el caso  de que sus acueductos dejen de operar. 

Limary González: Si se nos daña esto, si se deja caer. Aquí no hay una fuente de acueducto. Esta es la única fuente de agua que suple toda la comunidad.

Uno tiene que empezar a hacer la diferencia. La gente imita. Yo sé que si yo sigo así yo puedo atraer más gente. Y tenemos que cambiar la mentalidad de la gente. Tú sabes. Si nadie empieza, nunca va a existir. Pues yo tengo que ser el cambio.

Rafael Díaz: Esa es la esperanza de Limary. Lograr que se escuche su reclamo y que su comunidad pueda tener acceso al agua. Recordarle al resto del país que este recurso no es un lujo, sino una necesidad y un derecho.

Nore Feliciano: Escuchaste De Cerca, un podcast del Centro de Periodismo Investigativo. Fue producido y narrado por Nore Feliciano y Rafael Díaz. El diseño de sonido fue hecho por Nore Feliciano. La edición estuvo a cargo de Luis Valentín y Carla Minet. La canción tema es El Arca de Mima.

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