Para generar coberturas periodísticas basadas en los derechos humanos, es imprescindible emplear un lente crítico a las diversas manifestaciones de discrimen y violencias, que incluye el racismo antinegro.
Kimberly Figueroa Calderón, organizadora comunitaria del Colectivo Ilé, impartió un taller a periodistas sobre buenas prácticas para informar responsablemente sobre las comunidades negras y racializadas en Puerto Rico.
“Aquí no se trata de probar si el racismo existe o no; se trata de movernos a la siguiente etapa, que es empezar a mirarnos para adentro, como institución”, indicó la experta.
Una persona racializada es aquella no blanca, discriminada por raza o etnia.
La presentación tuvo lugar en el tercer día de la jornada para conocer las herramientas para la cobertura e investigación periodística asertiva sobre temas relacionados con género, que organizó la Unidad Investigativa de Género, una alianza entre el medio de periodismo feminista Todas y el Centro de Periodismo Investigativo.
En la conversación, Figueroa Calderón señaló los siguientes aspectos necesarios a la hora de encaminar coberturas periodísticas justas y responsables de personas racializadas:
- Definir el racismo sistémico. El racismo es un sistema que privilegia a unas personas mientras oprime a otras. En el caso del racismo antinegro, se sobrepone a las personas blancas ante las personas negras.
- Partiendo del entendido de que el racismo existe, se debe estar consciente de cómo se manifiesta. El racismo va más allá de lo interpersonal, puede ser ambiental, estructural o lingüístico. El racismo institucional se refiere a comportamientos no explícitos que excluyen a las llamadas minorías raciales.
- La utilización de imágenes es importantísima para hacer una cobertura periodística antirracista. Figueroa Calderón destacó que, generalmente, se utilizan las imágenes de personas negras para relacionarlas con aspectos negativos como la violencia doméstica, la prostitución forzada o las maternidades supuestamente “imperfectas”. La visibilización de las personas negras también se refleja en la poca cantidad de personas evidentemente afrodescendientes en, por ejemplo, el periodismo televisivo.
- Cuando se reporta sobre las diversas comunidades racializadas, se debe incluir a las personas en cuestión. Más que hacer un análisis desde una perspectiva externa, y muchas veces privilegiada, se deben amplificar las voces de las personas de quienes se habla, y reportar a base de sus propias experiencias.
- Ampliar las voces expertas. Los medios tradicionales, generalmente, consultan a expertos que son hombres blancos. No es porque las personas negras no tienen el expertise, sino porque no se les da foro. Desde una perspectiva antirracista, es importante incluir estas voces y reconocer sus aportaciones.
- El lenguaje antirracista es esencial. Figueroa Calderón recomendó evitar eufemismos y diminutivos para nombrar a las personas negras. Términos como “negrito” o “trigueña” solo refuerzan el pensamiento de que ser negro es algo malo.
- En el contexto de un país colonizado, se debe tener especial cuidado con las traducciones. Por ejemplo, los términos que se usan en Estados Unidos como “colored” o “brown people”, no se deben traducir como “personas de color”, sino como “personas racializadas como no blancas”, sugirió.
- Para realizar un trabajo periodístico libre de racismo, se debe hacer un ejercicio introspectivo en el que se reconozcan los prejuicios internalizados y los privilegios que se ostentan. Más importante aún es que esos sesgos no interfieran en el reporteo justo.
- La mirada introspectiva también se debe dar a nivel organizacional. Figueroa Calderón instó a mirar críticamente las prácticas dentro de las salas de redacción y ver la representación racial en los equipos de trabajo. Es importante no reproducir lo que se denuncia a través del ejercicio periodístico.
- Para continuar desarrollando una cobertura antirracista, los periodistas se pueden referir a la Guía antirracista para periodistas hispanohablantes en los Estados Unidos.