La pasada semana el secretario de Justicia de Estados Unidos, Eric Holder, anunció en conferencia de prensa, de manera inusual desde Wáshington, y acompañado de la jefa de fiscales federales en Puerto Rico, Rosa Emilia Rodríguez Vélez, el supuesto operativo de corrupción “más grande ocurrido tanto en EU como en Puerto Rico”.
Se acusó a 89 policías y 44 civiles por “crímenes de tráfico de drogas en Puerto Rico”. Los cargos contra estas personas estuvieron incluidos en 26 pliegos acusatorios.
No hubo cabecilla de la operación que el FBI llamó “Guard Shack” (Caseta de Guardia). Dos agentes encubiertos ejecutaron la supuesta venta de una droga falsa y un supuesto traficante, también encubierto, la compraría. Durante el primer año del operativo los agentes encubiertos apenas lograron reclutar unas 20 personas y no fue hasta el 2010 que pudieron reclutar otros 85 colaboradores, dejando entrever que los 28 restantes fueron reclutados en el año 2009.
Esencialmente, los delitos se basaron en proteger supuestas transacciones de droga y prestarse para realizar protección a la cadena de delitos que los agentes encubiertos realizaron en una operación en la que cayeron como pescaditos 133 personas.
¿Qué implicaciones tienen estas acusaciones en el tráfico de drogas real desde y hacia Puerto Rico? ¿Intimidará a los grandes inversionistas de la droga que nunca son alcanzados por operativos policíacos? ¿Qué propósito real tenía el operativo?
El abogado criminalista Luis Abreu Elías, conocedor de cómo funciona el FBI y quien ha denunciado el encubrimiento de esa agencia en casos de gran trascendencia como el asesinato del líder independentista Filiberto Ojeda Ríos en manos del FBI cuando el actual superintendente de la Policía de Puerto Rico, José Figueroa Sancha era el segundo en mando en esa agencia en Puerto Rico, echó por tierra la supuesta importancia de ese operativo.
Para empezar, desmintió que se tratara del operativo más grande. “Eso es falso. (Fran) Serpico, un Policía de Nueva York que era un Policía honesto, descubrió él solo (para principio de 1970) la comisión de delito de más de 300 policías. Y fue con droga de verdad y no con droga del FBI como en este caso. Serpico no lo hizo ni con informantes del FBI, ni con infiltrados del FBI, ni con agentes del FBI vendiendo y comprando entre ellos mismos”.
Fue más allá y recordó que “en el 1857 descubrieron tanta corrupción en la Policía de Nueva York que decidieron disolverla. No botaron ni a 10, ni a 20, ni a 200, ni a 1,000. Disolvieron la Policía de Nueva York y empezaron de nuevo. Ninguno de estos dos casos fue de mentira. No fue un montaje. Era que aquellos señores mataban, vendían la droga, protegían a los delincuentes. Y así por el estilo ha habido otros casos… O sea, que venir con eso de que este es el caso de corrupción más grande es mentira”.
Abreu Elías catalogó el recién operativo como uno en el que “todos y cada uno de los acusados fue creado por el propio FBI”. Dijo que las intenciones para hacer el anuncio desde Wáshington estuvo motivada por una necesidad propagandística del FBI “luego de haber cogido el golpe de caso Aníbal (Acevedo Vilá) que montaron sin tener la evidencia”, y tras “el último arresto de unos ocho ó diez policías de Mayagüez que se alegaba eran corruptos y se le cayó el caso también”. Debido a eso, aseguró, el FBI “tenía que resaltar su imagen” y creó ese “mega operativo”. Dijo que no puede clasificarse de esa manera pues tras revisar varios de los pliegos acusatorios encontró que contienen “las acusaciones más escuetas que yo haya visto en 40 años”. Aseguró que han sido “más elocuentes por lo que no dicen y se puede leer entrelíneas, que por lo que dicen”. Eso, aseguró, ocurre en los casos de corrupción del FBI en los que la “información” que dan en la conferencia de prensa no aparece en los pliegos acusatorios. Por ello, añadió, el FBI realiza un “montaje” que en esta ocasión no fue la excepción.
Preguntamos a Abreu Elías si como alega el FBI, los agentes reclutados tenían ya la semilla de la corrupción en sus entrañas y por eso cayeron como pescaditos en una trampa cuando pudieron haberse negado.
“Yo te diría que lo que hizo el FBI fue fabricar 133 delincuentes”, respondió. “Lo que pasa es que se supone que la policía no entrampe la gente para cometer delito”. Y aunque reconoció que hay una defensa legal por entrampamiento, dijo que esa es normalmente derrotada por el FBI porque para utilizarla tiene que haber habido una resistencia inicial de la persona a cometer el delito. Sin embargo, admitió que el FBI “engrasa” a sus agentes encubiertos para que al ofrecer testimonio digan que tan pronto le hicieron el ofrecimiento a la persona, ésta aceptó. Aún así recalcó que aunque legalmente tenga su contratiempo, de lo que trató este operativo fue de un entrampamiento y explicó que es así porque cuando un encubierto recluta a alguien para este tipo de caso lo hace manipulando las necesidades de la persona en ese momento. En el caso de los 133 acusados, su motivación fue la carnada de ganarse un dinero extra que fluctuó entre $500 y $4,500 por transacción. Abreu Elías resaltó que en una ocasión litigó uno de estos casos en los que el propio testigo admitió que fue cinco veces a la casa del policía a ofrecerle $5,000 hasta que éste aceptó. Al policía se le grabó en la transacción desde una guagua con cristales ahumados y esa era la evidencia. Insistió en que en ese tipo de casos el FBI es experto en decirles a los testigos “qué no declarar, aunque sea cierto. Es decir, enseñan a los testigos a cómo mentir. Son especialistas en eso”. Así, dijo, es que se derrota en muchos casos la posibilidad de levantar un juicio con la defensa de entrampamiento, aún cuando en estos 133 casos aparece el típico caso de entrampamiento del FBI. Dio como ejemplo a uno de los 133 acusados, el sargento Ángel Torres, quien dijo tenía “muchos problemas familiares y financieros. Se le murió el papá y otro familiar, se divorció y tiene una pensión de $1,200 al mes, le habían quitado la guagua porque no pudo pagarla y estaba a pie, o sea, estaba asfixiado económicamente. Ese es el tipo ideal para caer en un esquemita de estos”, acotó.
Abreu Elías, dijo que la conspiración requiere dos elementos, el acuerdo entre dos o más personas para violar una ley, y que se lleve a cabo por lo menos un acto manifiesto en apoyo a ese plan. Encontró que en las acusaciones que pudo examinar “tenían el acuerdo, por ejemplo, para tener droga con intención de distribuir y utilizaron un arma, pero a eso le falta el acto manifiesto”. No descartó que algunas de las defensas puedan levantar entonces el concepto del entrampamiento.
Ese entrampamiento, añadió, sucede en todas las operaciones llamadas “sting operations”, una especie de “invento jurídico” que según Elías Abreu diseñó el FBI para “picar” a unas personas. Se trata, explicó, de una operación secreta donde el FBI se va acercando a unas personas que cree están dispuestas a cometer delitos y le monta un operativo con agentes encubiertos en los que algunos de ellos se hacer pasar por delincuentes. Los encubiertos hacen amistad con los que quieren entrampar, comienzan a darse tragos juntos, los encubiertos a jactarse de que se ganan dinero adicional y comienzan a invitar a esas personas a participar del esquema. Luego de esa amistad, que permite conocer de antemano las debilidades de cada cual, se monta el operativo donde los supuestos delitos se cometen contra los mismos agentes encubiertos. “Eso es una ley que se enmendó y que básicamente es para acusar a personas que se les invitó para cometer delito”, detalló Abreu Elías. “Eso fue lo que sucedió en este caso”, añadió.
¿Por qué no procesar a individuos en situaciones reales y no creadas?, le preguntamos. “Porque son investigaciones más laboriosas”, afirmó.
El FBI alegó con este operativo que está “limpiando posibles delincuentes” , pero Abreu Elías está convencido de que el operativo no detuvo en nada el tráfico real de drogas, “que debería ser el objetivo principal” y que más bien le sirvió al FBI para además de dar un golpe mediático, cumplir un objetivo político.
El amo protege al esclavo
“Como en cualquier colonia”, argumentó, se quiere hacer creer a los colonizados que sin el colonizador “estamos perdidos”. La intención del FBI en ese sentido fue dejar la impresión de que “cualquier problema que tengan ustedes, aunque se lo fabriquemos, se lo resolvemos nosotros”. Precisó que como el colonizado “le tiene amor al imperio, quiere que sea el imperio el que resuelva porque así se demuestra que su ideología es la que debe prevalecer porque nosotros no tenemos la capacidad de resolvernos. O sea, que ideológicamente eso va con su forma de pensar, de engrandecer el gran trabajo que hace el imperio y lo que nos ayuda. Eso es parte de la mentalidad colonizada. Obviamente ese fue el propósito. Hacer que la gente piense que el americano nos limpia y que no podemos vivir sin el FBI”.
Abreu Elías también argumentó que “según la ideología de (el gobernador) Fortuño esto le ayuda a demostrar lo bueno que es el americano. Por eso es que está contento con este operativo. Por eso también es que le gustan los ‘task forces’ con los federales, aunque el trabajo sucio lo haga la Policía de Puerto Rico. Otros estados no quieren esos ‘task forces’ con el FBI porque le quitan autoridad a los locales. En este caso esa investigación quien la comenzó fue el NIE y se la quitó el FBI. Y es que aquí eso tiene que ver con la sumisión ideológica.”
Finalmente, más que un operativo contra agentes corruptos, Abreu Elías catalogó estos arrestos como unos contra “cogioqueros”, que definió como aquellos que dan protección a negocios como garajes de gasolina a cambio de un par de dólares, cafés y donas. Los catalogó como “de poca monta”, contra “unos rateros, cogioqueros que se graduaron del café en el garaje…”.
Esta serie es resultado de una colaboración del CPI y Claridad.