“En los años que yo he pasado en la Florida, este es el primer huracán que me siento aterrorizada, porque tengo miedo de que, cuando pase todo esto, regrese a mi casa y no encuentre mi casa. Como tengo las tres nietas que son pequeñitas, que son de cuatro, tres y año y medio [de edad], me da miedo que donde estamos se inunde. Traje los salvavidas de ellas en caso de que pase cualquier cosa”. Quien habla es Madeline Colón, puertorriqueña quien vive en el estado de Florida hace 27 años.
Madeline vive en la comunidad de Palmetto, en la costa oeste de Florida. A ocho minutos, vive su hijo con su familia. Es ahí donde ella, su esposo y sus pajaritos, que son sus mascotas, pasarán la noche porque su casa no es segura. Recibieron el mandato gubernamental de salir de la casa ubicada en un área inundable. Es una manufactured home, casa prefabricada de madera con un techo de cinc, construida a finales de los ochenta que no cumple con los códigos de seguridad para enfrentar los daños que se anticipa causará el huracán Milton, cuya trayectoria comenzaría a impactar este miércoles la costa oeste de Florida con vientos de hasta 130 millas por hora.
Previo a salir de la casa, su esposo colocó tensores para tratar de evitar que el techo vuele con los vientos. “Ya estaba lloviendo y las calles se estaban inundando”, relató Madeline, de 52 años de edad, sobre lo que vio camino a la casa de su hijo, que, aunque es una estructura de cemento, tiene el techo de madera.
“Por dentro me siento devastada. Siento un miedo horrible, una sensación horrible, pero tengo que mostrar calma porque también tengo que darle fuerza a mi esposo y no me puedo desmoronar, porque solamente Dios sabe lo que va a pasar y él tiene el control”, dijo.
“Nunca había estado en un refugio”
Ante la posibilidad de que reviente un cristal de las ventanas de su casa en Kissimmee, la maestra de segundo grado Paola Rodríguez Laguerre, de 30 años, decidió moverse este miércoles a las 5:00 de la mañana a la escuela superior Gateway, en la misma ciudad, con su hija Sophia, de siete meses, y su pareja Christian Duche, de 27 años de edad. Esperó junto a su familia tres horas en su carro hasta que abriera el refugio.
Su casa está a diez minutos del refugio, donde había unas 50 personas, en la tarde del miércoles. Su casa también es vieja, cree que tiene unos 100 años de construida. “Después del huracán María, una coge miedo porque la casa es de madera, tiene cristales y está elevada con solo unos bloques que la aguanta”, dijo al describir su hogar en Kissimmee, en el condado de Osceola, en el área central de la Florida por donde se proyecta que pasará el huracán.
Paola, nacida en Mayagüez, vivió la devastación del huracán María, ocurrido en Puerto Rico en 2017, así que su temor es legítimo. Sin luz, sin agua, terminó sus estudios universitarios en artes visuales con un bachillerato en Educación en Puerto Rico y se mudó a Florida hace unos siete años a buscar trabajo, donde lo encontró.
Este miércoles, llegó al refugio con almohadas, frisas y meriendas. Nunca antes había estado en un refugio.
“Nos dan desayuno, almuerzo, cena y una merienda”, dijo. Paola explicó que la ubicaron cerca del área médica y la de cargar los dispositivos electrónicos. Dado que está con su hija recién nacida, le han preguntado si necesita un lugar más privado para dormirla o lactar.
Sin embargo, el refugio — al momento de la entrevista — no tenía camas para los albergados. “Estamos en el piso”, señaló sin precisar si les avisaron que llegarán camas más tarde.
“Salgo con el corazón roto”
Una situación similar sucedió el martes en la noche cuando la directora de la organización Hispanic Federation en el estado de Florida, Laudi Campo, y la representante Johanna López, ambas de origen boricua, visitaron el refugio en la escuela superior Colonial, en la ciudad de Orlando.
El martes había 95 personas, según Campo. Ya este miércoles por la mañana había 176 refugiados, supo el Centro del Periodismo Investigativo (CPI).
“Creo que hay espacio para 393 personas [en el refugio]. Salgo con el corazón roto porque la gente está durmiendo en el piso porque tenías que traer tus camitas o mattresses inflables y pues, muchos de ellos, si no todos, están en situaciones bastante de necesidad”, dijo Campo al CPI.
Campo pudo hablar con un matrimonio joven, del pueblo de Carolina, que estaba en el refugio con una adolescente y una bebé, y que había vivido la experiencia del huracán María, en Puerto Rico. El refugio cuenta con seguridad y ofrece comidas.
Varios funcionarios como la comisionada del distrito 4 del condado de Orange, Maribel Gómez Cordero, advirtieron desde el lunes que las personas debían llevar sus propios artículos de higiene personal, medicamentos, comida y hasta camas.
“Los shelters no están preparados para darles comida”, dijo Gómez Cordero a través de la red social Facebook.
Orlando es una de las ciudades del condado de Orange, donde residen cerca de 203,776 puertorriqueños, según el Censo. La población más grande de boricuas en este estado.
Tras su visita al refugio en la escuela superior Colonial, la representante Johanna López dijo al CPI que vio allí personas de la comunidad latina, incluyendo puertorriqueños, afroamericanos y blancos. Supo de personas sin hogar en el refugio como una señora que le pidió ayuda pues estaba viviendo en su carro con su hija, que tiene una condición de salud mental, y un perro. La mascota, que sirve de apoyo emocional, fue permitida en el refugio.
En el condado de Orange, abrieron 11 refugios para público en general; y cuatro, para personas con necesidades especiales. En ocho de ellos se admiten mascotas. Al cierre de esta edición, el refugio en la escuela secundaria Colonial alcanzó su capacidad máxima.
La representante López dijo al CPI que sabía de algunos refugios en los que estaban solicitando identificación a las personas, pero muchas personas con estatus migratorio irregular que llegan a los refugios no cuentan con una identificación. López expresó preocupación de que no se les permitiera la entrada al refugio por no tener una identificación.
“Encontramos personas en áreas que ni tenían conocimiento que venía otro huracán”
Zulma Medina, de la organización Boricuas de Corazón, de la comunidad de Brandon, en el condado de Hillsborough, dijo que en estos últimos tres días cuando visitaron familias en sus casas para orientarlos y dar avisos de evacuación se toparon con personas que no sabían que venía “otro huracán”. A finales de septiembre, el huracán Helene afectó gravemente parte del estado de Florida.
“Son personas latinoamericanas, en su mayoría. Llegan cansadas de sus trabajos a dormir”, dijo sobre las personas que no estaban al tanto de la peligrosidad del huracán Milton. Igualmente, añadió el tema del idioma como un posible obstáculo para informarse y de que muchos, dijo, solo ven programas televisivos de sus países.
En varias ocasiones la entrevista telefónica de Medina con el CPI se interrumpió por las notificaciones de alerta en su celular y el sonido de las sirenas.
En el condado de Hillsborough, donde viven aproximadamente unos 120,907 puertorriqueños, se abrieron 49 refugios.