LES ABYMES, Guadalupe — Si bien desde enero de 2021, la vacunación ha estado ampliamente disponible para el público en general, en agosto, la mortalidad por COVID-19 aumentó en un 227% en Guadalupe y un 175% en Martinica.
Y estos números oficiales no reflejan el cuadro completo. Casi dos años después del inicio de la pandemia, sigue siendo difícil saber el número real de muertes por COVID-19 que notablemente han ocurrido fuera de los hospitales en estas dos islas del Caribe Oriental, las cuales tienen tasas de vacunación del 40% y 41% respectivamente.
Además, en medio de la vacunación contra el COVID-19 se ha desatado una insurrección política en las Antillas francesas.
Marie y sus padres decidieron no vacunarse y optaron por limitar las interacciones sociales cuanto fuera posible para evitar cualquier riesgo de contagio. Para proteger su privacidad, Marie, que no es su verdadero nombre, acordó contar su historia, bajo condición de anonimato.
“No salieron ni vieron a nadie. Tomé muchas precauciones, hablábamos por teléfono pero apenas nos veíamos y cuando lo hacíamos, mantuvimos la distancia”, dice la guadalupana de 50 años.
En septiembre pasado, en cuestión de días, Marie perdió a su madre y a su padre. Los dos octogenarios contrajeron el virus en agosto, durante el pico de la epidemia en Guadalupe. Los hospitales estaban abrumados y los médicos reportaron que se vieron obligados a realizar un cernimiento para dar prioridad a los pacientes más jóvenes sobre los pacientes mayores. Por ello, no fueron ingresados en el hospital. Mientras sus pruebas de PCR fueron negativas, sus hijas los cuidaron en la casa, pero gradualmente su estado de salud continuó deteriorándose. Luego, su madre fue hospitalizada durante un día, pero la enviaron de regreso a casa.
“Dijeron que no podían hacer nada más para salvarla y que teníamos la opción de dejarla en el hospital o dejarla vivir sus últimas horas rodeada de sus seres queridos en casa. Nos la llevamos, pero te puedes imaginar por lo que pasamos”, dijo.
El padre de Marie falleció unos días después.
A poco más de un mes después de tener que enterrar a sus padres, Marie reconoce que todavía el dolor persiste.
“Todavía no puedo creer que se hayan ido. Se puede imaginar cuando se pierde a uno de sus padres, pero cuando es a los dos al mismo tiempo …”, expresó.
Ubicadas en las Antillas Menores, Guadalupe y Martinica son legalmente parte de Francia. Guadalupe es un departamento francés de ultramar, la división administrativa que Francia utiliza para su territorio. Se rige de la misma manera que el resto de los 101 departamentos del país europeo y está sujeto a las leyes de la Unión Europea. Guadalupe pasó de ser una antigua colonia francesa a convertirse en parte de Francia a finales del siglo XIX, mientras que Martinica todavía tiene un estatus territorial que le da más autonomía de Francia.
Desde julio de 2021, ambos territorios han experimentado su mayor ola epidémica de COVID-19 a pesar de que las dosis de vacunas están disponibles y accesibles para el público en general igual que en Francia continental. La población de Guadalupe se estima en 375,693 y la de Martinica en 354,824. En pocas semanas ambos territorios han registrado varios cientos de muertes.
Ante un aumento repentino de muertes desde julio de 2021, las morgues de los hospitales y los servicios funerarios en las Antillas francesas se han visto rápidamente sobrepobladas. En Guadalupe, los municipios se enfrentaron a un problema logístico en los cementerios para la organización de los entierros, a veces de varias personas dentro de la misma familia. Con el paulatino final de la cuarta ola de COVID-19 en octubre, la tensión disminuyó en los servicios municipales del archipiélago, indicó Jocelyn Sapotille, presidenta de la Asociación de Alcaldes de Guadalupe. Según Sapotille, entre las muertes relacionadas con COVID-19 registradas en hospitales y otras muertes, más de 700 guadalupanos fallecieron en cuestión de meses.
“Es terrible. Nunca habíamos visto esto. Es como si dos aviones jumbo se hubieran estrellado”, comentó.
En las Indias Occidentales, donde la cultura sigue marcada por la oralidad, la tradición ha sido todos los días anunciar los avisos fúnebres por la radio. En agosto, con el aumento de las muertes, ese ejercicio diario resultó ser un verdadero desafío para los locutores. Tenían más de un centenar de avisos en comparación con los aproximadamente veinte que suelen leer en tiempos normales.
Así entonces, en RCI (Radio Caraïbes International), el principal medio radial en las Antillas francesas por su audiencia, se grabaron 3,911 avisos fúnebres entre el 1 de enero de 2021 y el 30 de septiembre de 2021, más que para los años de 2018 y 2019 juntos, cuando respectivamente grabaron 3,454 obituarios y 3,698. Ese número está cercano al de 2020, que fue el primer año completo de la pandemia, cuando no había vacunas y tuvieron 4,069 obituarios. Por lo tanto, 2021 está en camino de romper el récord del mayor número de anuncios fúnebres transmitidos por radio.
Este exceso de mortalidad es preocupante en ambos territorios. Una campaña de vacunación a gran escala contra COVID-19 comenzó el 7 de enero de 2021 en Martinica y otra el 8 de enero de 2021 en Guadalupe. Sin embargo, aunque ambas regiones tienen un gran inventario de vacunas accesibles para la mayoría de las personas, el número de personas vacunadas no crece. Esta situación está relacionada, en parte, con una fuerte desconfianza de la población hacia las autoridades públicas en términos de la salud, debido a un escándalo ambiental y de salud previo por contaminación por clordecona en las Antillas francesas y por el surgimiento de una nueva forma de nacionalismo.
El 12 de agosto de 2021, según la agencia nacional de salud pública Santé Publique France, la tasa de incidencia fue de 2,035, es decir, cuatro casos positivos de coronavirus por cada 100,000 habitantes en Guadalupe. Eso es un nivel nunca alcanzado desde el comienzo de la pandemia en Francia. En Martinica, durante el mismo período, la tasa de incidencia fue de 1,178 casos positivos de COVID-19 por cada 100,000 habitantes.
El 4 de diciembre de 2021, el Comité Timón del Covid Urgence Outremer (integrado por 22 científicos, médicos hospitalarios, hospitalarios-universitarios y doctores privados), publicó un estudio sobre los efectos de la vacunación en términos de hospitalización y muertes relacionadas con el COVID-19 en Guadalupe y Martinica. Unas 73,401 personas vacunadas domiciliadas en Guadalupe y 68,135 en Martinica, fueron monitoreadas desde el 1 de enero al 31 de agosto de 2021. Una muestra fue comparada con el mismo número de personas no vacunadas, de la misma edad, del mismo sexo y con un perfil de comorbilidad similar.
Según el estudio, durante la cuarta ola epidémica en las Indias Occidentales se pudieron haber evitado 850 muertes mediante la vacunación: 339 muertes en Guadalupe y 511 muertes en Martinica.
El exceso de mortalidad vinculado a esta ola epidémica se reflejó en los datos recopilados por el Instituto Nacional de Estadística y Estudios Económicos (INSEE), el cual ha sido responsable de la producción, análisis y publicación de las estadísticas oficiales en Francia desde 1946.
En 2020, Guadalupe experimentó un aumento del 8% en la mortalidad en comparación con el 2019, con un fuerte aumento del 24% en las muertes a finales de año. En Martinica, la mortalidad registrada oficialmente durante el año 2020 fue igual a la del 2019.
En 2021, del 1 de junio al 20 de septiembre, el aumento en la mortalidad general fue mucho mayor: 78% en Guadalupe y 69% en Martinica, incluso en comparación con 2019, año de referencia, antes de la aparición del COVID-19. En Guadalupe, la suma de todas las causas de muerte totalizó 983 muertes para agosto de 2021. En Martinica, la suma totalizó 863 muertes durante el mismo período en comparación con menos de 300 muertes en Guadalupe y en Martinica para ese mismo mes, de todos los años desde 2016.
“En Guadalupe, el aumento de muertes fue muy claro a principios de agosto y se aceleró a mediados de mes: las muertes ocurridas durante agosto de 2021 fueron más del triple de las de agosto de 2019 (+ 227%). Mientras que las muertes ocurridas en junio y julio de 2021, están al mismo nivel que en 2019”, observó el INSEE en una evaluación publicada en octubre.
En Martinica, el aumento en el número de muertes comenzó en julio, con un alza del 175% en COVID-19 en comparación con el mismo período en 2020.
Antes de eso, en junio y julio de 2021, las muertes estaban en los mismos niveles que en 2019. En septiembre, después de tomadas las medidas contra el contagio promulgadas durante el aumento repentino de agosto, el INSEE notó que la mortalidad regresó a niveles cercanos a los anteriores al COVID-19.
En Guadalupe, las autoridades de salud informaron que del 12 de julio al 29 de agosto de 2021, en los hospitales se registraron 297 muertes relacionadas con COVID-19, lo cual representa el 49% de las muertes desde la llegada del virus. En seis semanas, la isla registró casi la mitad de sus muertes por toda la pandemia.
Desde el comienzo de la pandemia también ha habido un aumento de la mortalidad general. Se han encontrado a muchas personas muertas en sus casas y en la vía pública. Estas muertes no se han atribuido al COVID-19 y todavía no han sido explicadas por las autoridades.
Las muertes inexplicables
Este tema de la mortalidad en los hogares preocupa a los servicios de emergencia. Los Servicios de Bomberos y Rescate de Guadalupe (SDIS, por sus siglas en francés) informaron un aumento en el número de intervenciones en el manejo de COVID-19 en agosto de 2021.
Al 19 de octubre de 2021, el SDIS reportó 2,376 intervenciones de COVID para 2021, en comparación a 957 en 2020. Los servicios de emergencia también han sido alertados por la gran cantidad de intervenciones debido a paros cardíacos ocurridos en el domicilio o en la vía pública de personas a las que no se les había hecho la prueba para COVID-19.
Durante la semana del 23 al 28 de agosto de 2021 solamente, se registraron casi seis muertes relacionadas con un paro cardíaco en el hogar o en la vía pública. Un estudio realizado por SDIS estimó que, en promedio para el 2019, atendieron menos de una muerte al día.
El coronel Jean-Marie Levif, subdirector del SDIS dijo que estas muertes repentinas, tanto de hombres como de mujeres relativamente jóvenes, 50 años en promedio, continúan registrándose todos los días, a través de todo el archipiélago. La Agencia Regional de Salud (ARS, por sus siglas en francés) adelantó que investigará más a fondo para determinar un vínculo causal con COVID-19.
Una encuesta realizada por la Agencia Regional de Salud
El 14 de agosto de 2021, la Dra. Frédérique Dulorme, presidenta de la Unión Regional de Profesionales de la Salud (URPS, por sus siglas en francés), indicó que los médicos de la ciudad habían observado un aumento significativo en el número de certificados de defunción emitidos para personas fallecidas en su domicilio. Pero no quiso dar cifras en este momento.
Actualmente, el ARS está realizando una investigación en colaboración con el Departamento de Bomberos y los municipios para identificar estas muertes y establecer si existe un posible vínculo con el virus.
Cuando se le preguntó sobre esto en octubre pasado, Valérie Denux, directora general de la ARS de Guadalupe, San Martín y St. Barths, dijo que se están revisando los certificados de defunción. Dentro de la ARS, se ha designado un equipo para estas tareas.
“No hay transmisión electrónica en la mayoría de los ayuntamientos y tenemos que revisar todos estos certificados a mano para ver la causa de estas muertes”, indicó Denux.
La tarea es tediosa y todavía nos quedan por analizar cerca de 300 certificados para evaluar el porcentaje de muertes atribuibles al virus durante esta cuarta ola.
El director general de la ARS indicó que entre 200 a 300 otras muertes podrían estar vinculadas al COVID-19, pero hasta la fecha solo se han certificado 150.
En el sitio web del CépiDC, el centro de epidemiología encargado de producir estadísticas sobre las causas médicas de muertes, los datos sobre Guadalupe siguen estando sustancialmente incompletos. De los 983 certificados esperados para agosto de 2021, solo 436 están disponibles. Desde el 2008, el CépiDC ha emitido certificados de defunción por vía electrónica, pero todavía el sistema está tratando de modernizarse. Las organizaciones de salud y los municipios todavía utilizan principalmente la versión en papel.
Muertes colaterales por COVID-19
Pero, ¿cuántas personas murieron en las Antillas francesas, no por COVID-19 sino por las consecuencias de la pandemia? Esa pregunta sigue sin respuesta.
Desde que aparecieron los primeros casos de COVID en Francia, la agencia nacional de salud pública ha estado realizando una encuesta global sobre el exceso de mortalidad registrado en Francia, sus departamentos y territorios para evaluar el impacto de la pandemia.
Los primeros estudios revelaron retrasos en la atención brindada a pacientes con otras patologías y la renuencia de algunas personas a recibir atención médica por miedo a acudir a los centros de salud durante el primer cierre inicial de marzo a mayo de 2020.
La investigación de las muertes colaterales de la pandemia también toma en cuenta la dimensión psicológica de esta crisis. Se ha iniciado un estudio para medir el impacto de la descompensación en pacientes con enfermedades psicológicas y en el estado mental de la población que enfrenta confinamiento, restricciones y crisis económica.
Sin embargo, las conclusiones de estas investigaciones solo se podrán hacer al final de esta pandemia, dijo la agencia.
Mientras tanto, las preguntas sobre la mortalidad ligada al coronavirus o las consecuencias de la enfermedad durante estos últimos meses preocupa a muchos guadalupanos. En un archipiélago de poco más de 375,000 habitantes, más de 900 muertes en un mes representan una auténtica catástrofe, como ha señalado en varias ocasiones el Director General de la ARS de Guadalupe, San Martín y St. Barths.
“No hay una familia, ni una empresa o grupo que no se haya afectado por una pérdida”, dijo Denux en una conferencia de prensa en agosto de 2021.
Familias y organizaciones de la sociedad civil y sindicatos reclaman respuestas a este exceso de mortalidad registrado en Guadalupe desde que aparecieron los primeros casos de COVID-19. A pesar de las campañas de información realizadas por el Gobierno, las autoridades locales y las diversas intervenciones del personal médico y miembros de la comunidad científica en los medios, algunos antillanos todavía dudan del peligro del coronavirus. Por la desconfianza de la población hacia las autoridades públicas en materia de salud, algunos culpan por el exceso de mortalidad al dengue y otros a la supuesta intención de las autoridades oficiales de dejar morir a los antillanos.
Para muchos guadalupanos y martiniqueños, la propia vacuna también es la causa de algunas de las muertes. Si bien el 88% de las personas mayores de 18 años están completamente vacunadas en Francia, el tema de la vacunación se ha convertido en un callejón sin salida en Guadalupe y Martinica.
El delicado tema de la vacunación
Desde que surgieron los primeros casos de coronavirus en Francia, el Gobierno puso en marcha muchas medidas para limitar el riesgo de contagio en el territorio continental, incluyendo el énfasis en la vacunación. El presidente Emmanuel Macron fue uno de los primeros líderes mundiales en ordenar el requisito de prueba de vacunación o prueba de PCR negativa para ingresar a lugares públicos en el continente.
Para frenar la epidemia y reducir la mortalidad, a partir de enero de 2021, las autoridades locales implementaron campañas de vacunación a gran escala. Aunque inicialmente estaba reservada para aquellos con mayor riesgo de contraer el virus, gradualmente la vacunación se ha abierto a la mayor cantidad de personas posible, incluidos desde junio, los niños de 12 años en adelante. La vacunación para niños con condiciones de salud de 5 años está programada para comenzar a finales de diciembre.
Sin embargo, la tasa de vacunación sigue siendo baja en Guadalupe y Martinica.
En Martinica, al 28 de noviembre, 127,478 personas tenían las dosis de vacunación completadas, es decir, el 40.3% de la población. En Guadalupe, al 16 de noviembre, ya se habían completado 245,642 inyecciones de la vacuna COVID-19, es decir, el 46.43% de la población había recibido al menos una primera dosis. Un 18.67% de los adolescentes de 12 a 17 años habían recibido al menos una inyección. Sin embargo, Santé Publique France indica que aunque anticipa un nuevo aumento en contagios, el revuelo causado por las manifestaciones les está dificultando el reporte de datos actualizados sobre el estado de situación del COVID-19. En Martinica se han detectado 618 nuevos casos en una semana. En Guadalupe no hay certeza del número de nuevos contagios.
La vacunación COVID-19 es un tema que provoca gran tensión en las Antillas francesas. En Guadalupe, varios funcionarios electos, proveedores de atención médica, miembros de la comunidad científica y figuras públicas han sido amenazados después de instar a la población a vacunarse. El 1 de agosto de 2021, un centro de vacunación en Martinica fue incendiado.
Desde el 9 de agosto de 2021, el carnet de salud es obligatorio en Francia en los establecimientos que atienden público, en los centros de salud , transportes públicos de larga distancia, ferias y exposiciones. Para obtener un carnet de salud se debe presentar un ciclo de vacunación completo o una prueba de PCR de menos de 72 horas o una prueba antigénica con menos de 48 horas.
Por el momento, en Francia, la vacunación es obligatoria para todos aquellos que trabajan en contacto con personas vulnerables. Desde el 15 de septiembre de 2021, es obligatorio vacunar a todo el personal de las instituciones sanitarias, médicas y sociales, incluyendo el personal administrativo. Todos los trabajadores sanitarios a domicilio y las empresas de transporte sanitario; todos los profesionales de la salud y sus empleados; todos los estudiantes de salud; bomberos y personal de los servicios de salud ocupacional, deben estar vacunados.
La obligación de vacunación para los trabajadores del área de la salud entró en vigor entre el 7 de agosto de 2021 y el 15 de septiembre en Francia continental, pero en vista de la ola severa de COVID-19 en ese momento, se otorgó a las Antillas francesas un aplazamiento hasta el 15 de octubre.
Sin embargo, según las autoridades, al presente cerca de 1,016 cuidadores en hospitales y profesionales de la salud en hospitales privados, es decir, alrededor del 10% de ellos, no cumplían. Los profesionales de la salud que no presenten carnet de vacunación, quedan suspendidos de sus funciones. La situación provocó la ira de los sindicatos que denunciaban la vacunación obligatoria y el carnet de salud desde julio. En el hospital principal de Guadalupe, el Hospital Universitario (CHU, por sus siglas en francés) y el Hospital Base Terre (CHBT, por sus siglas en francés), así como varias clínicas y centros privados de salud, fueron bloqueados comprometiendo el funcionamiento del sistema de salud local.
En el archipiélago guadalupano, han habido manifestaciones en las calles todos los sábados desde julio. Entre los líderes de este movimiento de protesta se encuentra Elie Domota, exsecretario general del Sindicato General de Trabajadores de Guadalupe (UGTG), uno de los principales sindicatos del archipiélago y portavoz del Movimiento Cristiano por la Liberación de Guadalupe (LKP, por sus siglas en francés), encabezó una huelga general de 44 días contra lo que llamaron la explotación excesiva en Guadalupe, protesta que recibió cobertura de los medios internacionales en 2009.
En varias entrevistas concedidas a medios de comunicación franceses y locales, Domota dijo que su sindicato investiga el número de muertes desde el inicio de la pandemia.
“Con 22 muertes por cada 10,000 habitantes, Guadalupe es el primer país del Caribe en términos de mortalidad por COVID y también uno de los primeros del mundo. Estamos mano a mano con Estados Unidos. Hoy hay más muertes en Guadalupe que en Francia”, denunció Domota.
El líder del LKP destacó la contradicción de que los pequeños departamentos y territorios franceses como Guadalupe y Martinica tengan un número tan alto de muertes.
El sindicato denuncia la mala gestión de la crisis sanitaria por parte de las autoridades y los funcionarios electos. Según él, Guadalupe enfrenta un número creciente de muertes desde septiembre de 2020 sin que los representantes del Estado hayan tomado medidas efectivas y compara la situación en Guadalupe con la observada en las naciones vecinas del Caribe.
“Con más de $24,000 de PIB per cápita somos considerados un país rico en el Caribe y nos damos cuenta de que, en términos de muertes per cápita, los dos principales países son Guadalupe y Martinica. Esto es inaceptable”, indicó.
Atribuye las diferencias en los resultados a la diferencia en las políticas de salud implementadas en los países del Caribe.
“Estos países han controlado sus fronteras con pruebas a la llegada y aislamiento controlado, incluso para los vacunados. Kits que contienen azitromicina e ivermectina fueron puestos a disposición de la población. Han promovido la farmacopea local y también han tenido una política de vacunación”, aseguró Domota.
Dijo que las medidas implementadas en las Antillas francesas no han sido suficientes e insistió en que las autoridades no tomaron en cuenta las particularidades demográficas de la población de estos territorios que tienen altas tasas de enfermedades cardiovasculares, hipertensión, obesidad y diabetes, que son muchos de los factores de alto riesgo de complicaciones y muertes por coronavirus.
“Y con el 95% de la población intoxicada por clordecona, también es necesario conocer cuál es la incidencia del COVID-19”, agregó. “Las autoridades no han estado a la altura de esta crisis”.
Según el líder del LKP, las autoridades prefirieron señalar a los guadalupanos por la baja tasa de vacunación en lugar de proponer otras soluciones.
El sindicato está trabajando con sus abogados para lograr que la Organización de las Naciones Unidas adjudique la responsabilidad del Estado francés por la alta tasa de mortalidad en las Antillas francesas y la sobre mortalidad por el envenenamiento con clordecona.
Para el Gobierno, la gravedad de la situación de salud en las islas francesas durante esta cuarta ola es consecuencia de una relajación de las medidas de protección contra el COVID-19 y la baja cobertura de vacunación, en comparación con el territorio continental francés.
El 12 de agosto de 2021, ante la magnitud de la situación en las Indias Occidentales, el ministro de Solidaridad y Salud, Olivier Véran, se trasladó a Martinica donde visitó el Hospital Universitario, acompañado del ministro de Territorios de Ultramar, Sébastien Lecornu.
“La situación sanitaria, y sopeso mis palabras, no tiene comparación con lo que hemos visto durante oleadas anteriores, particularmente en Francia continental. Hay muchas razones para ello: la virulencia de las variantes, el impacto de la epidemia, algo que todo el mundo debe poder afrontar con valentía, con sangre fría, con determinación ”.
Uno no sale indiferente luego de la visita a este hospital, tampoco Lecornu salió indiferente luego de su visita a los hospitales de Guadalupe.
Los pacientes son jóvenes, muy jóvenes. En urgencias tienen 40, 50 años. En la unidad de cuidados intensivos pueden tener 20 o 30 años y no necesariamente tienen comorbilidades. Muchos no son obesos ni están inmunodeprimidos. Son personas que gozaban de buena salud hace unos días y que hoy están boca abajo, intubadas, ventiladas, en coma y en unidades de cuidados intensivos como era la situación en muchos países al inicio de la pandemia.
Estos hospitales de Martinica, como los de Guadalupe, están llenos de pacientes que no están vacunados. No había ni un solo paciente vacunado en la unidad de cuidados intensivos del hospital de Fort de France.
“Las personas que están hoy aquí, con mascarillas de oxígeno, con intubación traqueal, lo digo muy simple, si estas personas hubieran sido vacunadas, hoy no estarían en el hospital, estarían en casa”, dijo Véran sobre la situación durante la cuarta ola COVID-19.
El ministro Véran insistió en el problema de la vacunación en las Antillas francesas.
“Lo digo sin ánimo de provocar, con mi convicción de médico y ministro, el retraso en la vacunación en las Antillas francesas no puede continuar. Es un asunto demasiado serio para que no podamos proteger a la población. Sobre todo porque aquí hay vacunas para todos, las vacunas de Pfizer son las mismas que en la Francia metropolitana, las mismas que en la mayoría de los países occidentales”, dijo durante su visita a Martinica.
Medidas excepcionales
Durante su visita argumentó que el Gobierno francés estaba haciendo todo lo posible para ayudar a las islas y detalló las medidas puestas en marcha.
En agosto se desplegó un hospital militar en Martinica y en Guadalupe con 20 camas para aliviar la sala de emergencias. También se desplegaron 100 camas de cuidados intensivos en Martinica y 100 más en Guadalupe para hacer frente a la llegada de pacientes a los hospitales.
Después del llamado a la solidaridad nacional lanzado por el Ministro de Salud el 8 de agosto de 2021, varios cientos de refuerzos llegaron cada semana desde Francia para ayudar a los equipos de cuidadores en los hospitales y apoyar a los servicios de emergencia en Guadalupe y Martinica. Además, a las islas se envió oxígeno y dosis de tratamientos innovadores, como los de anticuerpos monoclonales, que limitan formas graves del virus en personas en riesgo.
Un puente aéreo sin precedentes
Además, para aliviar la congestión en los hospitales de las islas las autoridades llevaron a cabo evacuaciones médicas aéreas a Francia. Durante las oleadas anteriores de la epidemia, en Francia continental, las autoridades ya habían llevado a cabo evacuaciones médicas por ferrocarril o por aire. Los pacientes fueron trasladados a hospitales extranjeros o a hospitales en regiones donde la tasa de incidencia de COVID-19 era menor.
Durante su visita a Martinica, el Ministro de Salud francés insistió en la necesidad de crear una conciencia solidaria colectiva. Para él, es responsabilidad de todos y en especial de los oficiales electos, incentivar la vacunación de la población. Señaló con el dedo a personalidades políticas o cívicas que por sus declaraciones o su implicación en movimientos contra la vacunación no han actuado, dijo, a la altura de la responsabilidad de sus cargos. El Ministro lamentó los ataques a los centros de vacunación.
¿Cuál es la explicación de tal desconfianza en las vacunas?
En Francia existe una fuerte desconfianza de la población hacia las autoridades públicas en el tema de la salud debido a un pasado marcado por numerosos escándalos de salud como el de la “sangre contaminada” o el asunto del “Mediador”. En Guadalupe, el escándalo de la contaminación por clordecona suscitó dudas y sospechas entre la población.
Si bien este pesticida, considerado peligroso para la salud ya había sido prohibido en Estados Unidos y Europa, el gobierno francés autorizó su uso de 1972 a 1993 en Guadalupe y Martinica para combatir el gorgojo del banano. La economía bananera era entonces la principal fuente de ingresos de estos dos territorios. El uso de clordecona ahora está prohibido pero esta sustancia, muy tóxica y persistente, provocó un desastre sanitario, medioambiental y económico sin precedentes.
Muchos guadalupanos, marcados por el asunto de la clordecona, desconfían de la vacunación contra COVID-19. Ellos y otros también ven a la vacuna COVID-19 como una imposición imperialista del gobierno francés.
Durante su viaje a Guadalupe, el 10 y 11 de agosto de 2021, Lecornu, recordó que el presidente Macron había reconocido la contaminación por clordecona en las Antillas francesas como “un escándalo medioambiental” en el que “el Estado tiene su parte de responsabilidad”. Pero para el Ministro, el manejo del COVID-19 no tiene nada que ver con ese “incidente”.
Más allá del asunto de la clordecona, la crisis del COVID-19 revela dentro de la población de las Indias Occidentales, una división real entre los que favorecen las vacunas y los que están en su contra.
Ante la magnitud del movimiento contra la vacunación en las Antillas Occidentales, muchas personas que se han vacunado no se atreven a admitir que lo han hecho.
Patricia Braflan-Trobo, socióloga con un postgrado en ciencias políticas y autora de numerosos ensayos sobre el impacto de la historia de la identidad y la cultura en los conflictos sociales en Guadalupe, ve varias razones para ello. Para ella, la baja tasa de vacunación refleja la gran cantidad de personas que temen a la vacuna en las Indias Occidentales. La desconfianza de los guadalupanos hacia la vacuna es una cuestión de fe. “Cuando una persona tiene más miedo a una droga que a la muerte, ello es una creencia y razonamiento estrictamente personal. Es difícil hacer que estas personas cambien de posición”, dice.
Pero, agrega, este sistema de creencias se ha visto impulsado por la controversia en torno a la hierba espiga o “Spike herb”. En marzo de 2021, el laboratorio de Guadalupe Phytobokaz anunció el descubrimiento de una enzima contenida en una hierba endógena, la hierba espiga, que puede bloquear el desarrollo de virus, incluyendo el COVID-19. Presentado como un gran avance científico por investigadores locales, el anuncio causó revuelo entre la población.
Las existencias de Virapic, un suplemento dietético basado en la hierba espiga producido por el laboratorio Phytobokaz y vendido sin receta, literalmente han sido arrasadas en las farmacias locales. Se presentó una patente el 10 de febrero de 2021 para proteger el descubrimiento de los investigadores de Phytobokaz. Hasta la fecha no se han hecho ensayos clínicos. El Dr. Henri Joseph, fundador del laboratorio, se ha defendido de críticas diciendo que nunca anunció que su invención era un tratamiento contra el COVID-19, sino como un suplemento que podría convertirse eventualmente en un tratamiento contra virus como el COVID-19. Por el momento, el investigador ya no acepta entrevistas sobre el tema.
Para Braflan-Trobo, el origen de estas fuertes tensiones en las Antillas es político. Describe a la sociedad guadalupana como una “colonia departamentalizada”: un departamento francés de ultramar pero con todas las estructuras de una colonia. Dice que esto puede explicar la renuencia de muchos guadalupanos y martiniqueños a seguir las recomendaciones del Gobierno.
Además, a su juicio, la oposición a la vacunación en las Indias Occidentales es como una forma de lucha contra el colonialismo francés, que algunas personas han tratado de fomentar en un intento de conducir a una insurrección.
“En esta lucha contra el colonialismo francés, pero ¿quién muere? Los negros y los indios. Quiera la gente escucharlo o no. Es una realidad. Los blancos se vacunaron masivamente, los sirios, la gente de República Dominicana también”.
Pero, para la socióloga, este es un contexto pandémico y no una lucha política.
“Guadalupe y Martinica, con su baja tasa de vacunación y la mortalidad que esto provoca, se han convertido, muy a su pesar, en los mejores ejemplos de por qué es necesario vacunarse”, concluyó Braflan-Trobo.
En agosto de 2021 Stéphanie Mulot, profesora de sociología en la Universidad de Toulouse Jean Jaurès e investigadora del Centre d’Etude et de Recherche Travail Organisation Pouvoir (CERTOP), realizó una encuesta sociológica de campo entre pacientes y personal del Hospital Universitario de Guadalupe. Según ella, en Guadalupe el nacionalismo se ha desarrollado durante mucho tiempo como oposición a los efectos de la colonización y la asimilación las cuales han degradado la cultura guadalupana y contribuyeron a la devaluación, la pérdida de la autoestima, a la desvalorización del patrimonio y del conocimiento local para el beneficio de Francia o de otros lugares.
El nacionalismo ha despertado la valoración de las habilidades locales para demostrar a los guadalupanos que ellos pueden estar orgullosos de lo que son y que pueden prescindir de lo que proviene de Francia.
Esta dependencia de Francia es simultáneamente denunciada y deseada porque también garantiza el apoyo al desarrollo económico y administrativo así como el apoyo en términos de recursos, aunque sea limitado.
Según Mulot, esta paradoja genera formas de revalorización de la identidad local y al mismo tiempo formas de resistencia a las decisiones gubernamentales vividas como una relación de dominación e imposición de medidas que no toman en cuenta particularidades locales.
Siempre se ha invocado la idea de que los guadalupanos deben oponerse y resistirse a las vacunas procedentes de Francia para defender sus particularidades, su identidad, su cultura y su forma de ser diferente.
En este contexto las decisiones de salud tomadas por las autoridades desde el comienzo de la pandemia son vistas como que pasan por alto las particularidades locales así como que quieren limitar las libertades de la población.
Se acusa al Estado de no proteger suficientemente a los guadalupanos o de poner en marcha demasiadas medidas que limitan su libertad y de querer atender y vacunar a las personas en contra de su voluntad.
Además, según Mulot, el discurso sobre la vacunación en Guadalupe está muy politizado.
“Creemos que no es solo una vacuna, que no es solo un tema de salud, sino un tema de oposición política, de protesta sindical, de oposición a la identidad y hacemos un llamado a que es algo más que solamente un asunto de salud. Se invocan la historia, la identidad, la política, la denuncia de la dependencia y la dominación, la reivindicación de un orgullo local y la fe en la capacidad de Guadalupe para defenderse del virus, tal cual como fue capaz de resistir las crisis y demostrar resiliencia durante su historia”.
Para Mulot, existe una creencia muy fuerte entre la población de que Guadalupe podría prevalecer sin la vacuna, que el archipiélago tiene otros recursos, que deben usar esos recursos, especialmente la farmacopea local, que podrían ser alternativas a la vacuna.
Hoy día es difícil saber qué ocurrirá en las Antillas francesas en las próximas semanas.
La situación es “muy explosiva”, según Macron. El 22 de noviembre, en un viaje a Amiens, el Jefe de Estado habló sobre la violencia que se ha desatado en Guadalupe desde el 19 de noviembre. Dijo que esa violencia está vinculada “a un contexto muy local, a tensiones que conocemos y que son históricas y también a ciertos intereses que buscan aprovechar este contexto y angustia”.
Desde el 15 de noviembre, cuando entró en vigor la vacunación obligatoria, Guadalupe se encuentra en un estado de casi insurrección. Varios sindicatos y organizaciones políticas han lanzado una convocatoria de huelga general para denunciar la vacunación obligatoria contra el COVID-19 para determinadas profesiones y la implantación del carnet sanitario en todo el territorio. Se han instalado barricadas en las principales carreteras del archipiélago y en algunas zonas de la isla el tráfico es difícil o imposible.
En Martinica, el 22 de noviembre se convocó a una huelga general por parte de un grupo intersindical que también está pidiendo la derogación de la vacunación obligatoria contra el COVID-19.
Pero detrás de este rechazo a la vacunación obligatoria se esconden reclamos económicos y sociales. En ambas islas, Intersyndicale, una coalición de sindicatos y colectivos, ha elaborado plataformas de reclamos que incluyen el cese de los despidos y por la suspensión de recursos para los sectores de salud y educación, un plan de emergencia para el acceso a agua potable, un plan de emergencia para entrenar y emplear a los jóvenes en Guadalupe y para condenar a los responsables de la contaminación por clordecona.
Después de varios días de movilización, las dos islas experimentaron un estallido de violencia cuando las bandas de jóvenes se unieron al movimiento. Varios edificios de viviendas y negocios en Guadalupe y Martinica fueron incendiados. Las empresas y los edificios públicos también fueron objeto de saqueos. Durante estos incidentes en Guadalupe robaron armas y municiones. En ambas islas, los organismos encargados de hacer cumplir la ley informaron haber recibido en varias ocasiones disparos con municiones vivas. Varios agentes de la policía resultaron levemente heridos por balas o proyectiles y un oficial gendarme resultó gravemente herido en Martinica cuando fue atropellado por el vehículo de un saqueador.
Ante esta situación, los prefectos de ambos territorios establecieron un toque de queda a partir de las 6:00 p.m. hasta las 5:00 a.m. El 20 de noviembre, luego de una reunión sobre la crisis, el Ministro del Interior de Francia, Gérald Darmanin, anunció que se enviarían refuerzos a Guadalupe, elevando a 2,250 el número de policías a disposición de las autoridades locales, incluyendo las unidades de élite de la policía y la gendarmerie, una fuerza policial con estatus militar en Francia. El 29 de noviembre enviaron un escuadrón de 70 gendarmes y 10 soldados adicionales como refuerzos a Guadalupe.
El 26 de noviembre, el gobierno pospuso nuevamente la vacunación obligatoria para cuidadores y bomberos. Se acordó brindar asesoría individual para apoyar su implementación y se levantarán suspensiones para los cuidadores que acepten esta iniciativa del Gobierno.
Lecornu visitó Guadalupe y Martinica para reunirse con representantes de los grupos movilizados y funcionarios electos. Estas discusiones fueron de corta duración en Guadalupe dado que el grupo intersindical se negó a negociar con él y la mayoría de los funcionarios electos rechazaron su invitación. En Martinica, las discusiones se llevaron a cabo pero no condujeron a ningún acuerdo para poner fin al conflicto.
Desde entonces, han comenzado discusiones entre colectivos y funcionarios electos en Guadalupe. En Martinica, se están llevando a cabo negociaciones entre las distintas partes.
La policía ha estado trabajando durante varios días para despejar las carreteras en Guadalupe y Martinica. Desde que comenzó el conflicto, se han realizado más de un centenar de arrestos.
La investigación fue posible en parte con el apoyo de Para la Naturaleza, Open Society Foundations y Fondation Connaissance et Liberté (FOKAL).
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