Iba saltando sobre troncos, deslizándose bajo árboles caídos, sorteando caminos del barro espeso que llega hasta la cintura, en una travesía de tres horas a pie hasta el pueblo. Llevaba sólo $2 en el bolsillo para comprar papel higiénico.
Edgardo Matías sobrevive en Guaonico, uno de los nueve barrios incomunicados en el municipio de Utuado, a una semana de que el huracán María golpeara a Puerto Rico con vientos sostenidos de 155 millas por hora. Sin servicio de agua potable y sin accesos para ir en carro a buscar alimentos, su familia recoge agua de manantial y anda por el monte en busca de viandas, chinas y coco para sobrevivir. A estos lares no ha llegado todavía la ayuda del gobierno local, federal ni municipal.
Mientras en San Juan se habla de la inminencia de una crisis humanitaria, para él, su esposa y dos hijos, ésta ya ha comenzado. “Estamos racionando la comida, comiendo una vez al día, pidiéndole clemencia a dios”. No hay alimentos para mucho tiempo. Los vientos y las inundaciones del huracán dañaron el 80% de las cosechas del País, informó el Departamento de Agricultura. En su barrio, una finca que antes rebosaba de plátanos ahora está destruida.
A medida que pasa el tiempo sin recibir ayuda, las comunidades incomunicadas están expuestas a enfermedades y al hambre. “La mayoría de los pueblos de la montaña ya han abierto los caminos principales pero siguen teniendo sectores aislados”, dijo Omar Negrón, quien asesora en asuntos municipales al gobernador, Ricardo Rosselló. La Fortaleza no ha publicado una lista con el nombre de los barrios incomunicados en la zona montañosa. “Los peores municipios afectados por el huracán están en la montaña”, añadió por su parte Reinaldo Paniagua-Látimer, director ejecutivo de la Federación de Alcaldes.
La carretera 603 de Utuado, que conduce a casa de Edgardo Matías, no sólo estaba bloqueada por grandes árboles y por la tierra de los deslizamientos. “Las montañas de cerca de mi casa se derritieron. Estamos caminando por un babote en el que te hundes. He tenido que ayudarme de la mano con mis hijos, y eso que yo soy de campo. Hemos vuelto a los tiempos antiguos de bañarnos en el río con el agua turbia. Aquí el orgullo del ser humano se cae”.
Abrir los caminos es el paso previo para que llegue el agua y los alimentos. Las carreteras 605, 612, 607, 146 y 123 de Utuado también estaban incomunicadas este martes. Se había afectado la infraestructura de 11 puentes, tres de los cuales habían colapsado en su totalidad. El paso de la carretera #10 por el centro de la Isla, principal ruta entre las ciudades de Arecibo y Ponce, se encontraba interrumpida. Uno de los puentes que conecta con la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Utuado, había colapsado. “Hay que trozar árboles, empujarlos a un lado pero, cuando limpiamos, nos encontramos que hay caminos que no existen”, dijo Héctor Cruz, director de la Oficina de Manejo de Emergencia Municipal.
Utuado, el tercer municipio más grande de Puerto Rico y con más de 33,000 habitantes, tiene que hacer frente a la crisis humanitaria con un gobierno municipal que estaba implantando políticas de austeridad antes del huracán. Los empleados municipales habían sufrido reducciones de salario y de cantidad de horas de trabajo. Mientras Puerto Rico se encuentra en un proceso de quiebra por no poder pagar a los bonistas la deuda de más de $74,000 millones, se afecta la capacidad de los municipios para obtener dinero del gobierno central para hacer frente a la emergencia. Los ayuntamientos enfrentan una reducción de $350 millones a diez años, lo que representa el 100% de las aportaciones del gobierno central, según el plan fiscal aprobado por la Junta de Control Fiscal, impuesta por el gobierno federal y que manda sobre las finanzas del país.
La alcaldía de Utuado contaba ayer con sólo dos palas mecánicas, cuatro excavadoras, dos vehículos de trabajo compacto tipo Bobcat y una máquina de cadena para los trabajos en 23 barrios, y la ayuda de dos compañías privadas, según Cruz.
El huracán María, catalogado por el gobernador Rosselló como el peor desastre de la historia de Puerto Rico, ha provocado el desplazamiento de más de 11,000 personas a 179 refugios alrededor de la Isla, mientras la infraestructura de la isla, principalmente de generación de electricidad y carreteras, se encuentra destruida. En Utuado había cinco refugios que albergaban 286 personas siete días después del paso del huracán, pero el gobierno municipal esperaba que la cantidad aumentara tras el arribo de vecinos de las comunidades aisladas.
El lunes llegó el primer vagón con suministros de agua y raciones al centro de distribución de FEMA (Federal Emergency Management Agency, por sus siglas en inglés) en Utuado. “La prioridad ha sido para los refugios y el cuerpo de respuesta de emergencias. Arrancamos a distribuir alimentos que pensábamos enviar a Vieques, y que recogimos cuando se afectó por el huracán Irma”, según el sargento primera clase Alejandro Echevarría, quien dirige las instalaciones de la US Army National Guard en Utuado.
Edgardo Matías no se había enterado de que en el pueblo se veían hombres uniformados y con armas largas, y camiones militares moviéndose por las calles. “¿Llegaron los americanos? ¿Y los barcos? ¿Llegó el presidente?”. No sabía de que hubo comunidades en Toa Baja con más de 4,000 desplazados, algunos de los cuales habían sido rescatados en helicóptero del techo de sus casas, ni que una represa amenazaba con romperse y causar inundaciones entre los pueblos de Quebradillas e Isabela.
“Aquí no sabemos lo que pasó en Puerto Rico”, dijo Matías sorprendido por la magnitud de la catástrofe. La emisora radial de Utuado WUPR 1530 apenas comenzaba a operar parcialmente este martes, y aún no había llegado la señal de celular. Mientras tanto se conformaba con la empanadilla de pollo que le pusieron en las manos cuando iba camino al pueblo. Era la primera comida caliente que comía en seis días.
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