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Sin control la extracción de agua en Haití

25 de abril 2019

Ralph Pradeus | Le Nouvelliste

Mientras el Estado no resuelve el acceso al agua potable para más de un millón y medio haitianos en la zona metropolitana de Puerto Príncipe, las empresas extraen agua del principal acuífero que abastece la región de forma gratuita y sin ningún control. Agua que luego es vendida a los ciudadanos a un costo inaccesible para muchos y sin pasar controles de calidad.

Esta fuente principal de agua potable, Cul-de-Sac, está contaminada.

En Haití se juntan el desgobierno, la falta de recursos económicos y el abuso de las empresas en una combinación fatal para gran parte de la población que, en su mayoría sin servicios sanitarios ni agua potable, se convierte en parte del ciclo vicioso de explotación del recurso en momentos en que el cambio climático extiende los períodos de sequía en el Caribe, reveló una investigación conjunta del Centro de Periodismo Investigativo y Le Nouvelliste.

La cifra de falta de acceso a agua potable para el país entero es de casi 6 millones, lo que representa más del 40% de la población.

Foto por Ralph Pradeus | Le Nouvelliste

Personas llenando agua en baldes en fuente de agua pública

El acuífero que se extiende bajo la llanura de Cul-de-Sac en el sureste de Haití, es la mayor fuente de suministro de agua tanto para consumo de las comunidades como para uso industrial y agrícola en el área metropolitana de la capital haitiana. La Dirección Nacional de Agua Potable y Saneamiento (DINEPA por sus siglas en francés) – agencia del Gobierno de Haití responsable del agua potable – tiene 18 pozos en esta región para atender el área metropolitana que diariamente requiere 300,000 metros cúbicos de agua. Pese a esto, extrae de estas perforaciones solo el 37% de la necesidad de la ciudad (110,000 metros cúbicos).

En esa zona, empresas privadas extraen agua de forma ilegal, sin permiso de extracción, constató la investigación periodística. A su vez, las autoridades no llevan registro sobre la cantidad de agua que capturan a diario, según reconocieron. Al cierre de esta edición ni siquiera habían provisto los nombres de las empresas que tienen registradas para extracción legal.

“El Estado haitiano no tiene control sobre esta actividad. Las cervecerías y las empresas que trabajan en la purificación del agua y otras personas en la región recolectan agua sin la supervisión de las autoridades”, reconoció en entrevista Astrel Joseph, director de Recursos Hídricos del Ministerio de Medio Ambiente.

Su ministerio es también legalmente responsable de gran parte de la gestión de los recursos hídricos, incluida la regulación de la calidad del agua y el desarrollo de políticas públicas. Sin embargo, la agencia ha sido inestable, cambiando 15 veces de ministro desde su creación en 1994. En un periodo de cinco años, entre 2011 y 2016, hubo cuatro ministros. Durante la presidencia de Moïse, que comenzó en 2017, ya van dos.

Abordados sobre los hallazgos, tanto el ministro de Agricultura, Recursos Naturales y Desarrollo Rural, Jobert Angrand, como el director de Recursos Hídricos del Ministerio de Medio Ambiente, Astrel Joseph, reconocieron las deficiencias de sus administraciones en la preservación del agua.

“El Servicio de Agua, por ejemplo, no ha otorgado ninguna autorización para perforar pozos en la llanura de Cul-de-Sac durante los últimos veinte años, sin embargo, el número de pozos perforados está aumentando”, aceptó Angrand.

Entretanto, el Ministerio de Agricultura también mantiene una autoridad casi exclusiva sobre la irrigación y el manejo del agua para la agricultura, y recientemente también ha intentado expandir sus poderes para incluir el manejo de las cuencas.

La DINEPA es la responsable del suministro de agua, saneamiento e higiene en el país. Antes de que se estableciera DINEPA en 2009, no había regulador explícito del agua, y el Ministerio de Salud asumió ese rol.

La política pública de la DINEPA es que hay que pagar por el servicio ya que este debe ser sostenible aunque dentro de las áreas urbanas los clientes formales son la minoría de la población.

Ante la falta de un suministro eficiente por parte del Estado, muchas personas recurren a la compra de agua que se extrae de los acuíferos y es almacenada en camiones cisterna o se vende embotellada. Pese a no ser una práctica nueva, después de que el   terremoto de 2010 destruyó la infraestructura de la ciudad en casi su totalidad, este modo de distribución alcanzó proporciones sin precedentes. El uso de agua embotellada aumentó de 9% en el 2006 a 47% en el 2017, según los datos de la Encuesta de Mortalidad y Morbilidad de Haití.

Acorde a los datos macroeconómicos del Banco Mundial sobre la pobreza en Haití, más del 60% de los pobres viven con menos de $2 USD al día. Acceder a comprar agua de esta forma es muy costoso ya que los precios de venta varían según el barrio y la zona, pudiendo ir desde 1500 gourdes (alrededor de $18 USD) hasta los 4000 gourdes (alrededor de $48 USD).

Este negocio, además de lucrativo, no declara impuestos ni tampoco controla la calidad del agua a la venta.

La Oficina de comunicación del Ministerio de Comercio dijo que, en principio, todas las empresas del país tienen que registrarse, aunque su director, Carlin Michel, reconoció que no todas las empresas que venden agua en cisternas están registradas.

Hay compañías que extraen agua del acuífero de Cul-de-Sac sin tener permiso. De estas no se sabe mucho, pero el ministerio reconoce que existen y que extraen agua del acuífero.

“Cualquiera puede integrarse al negocio del agua en camión. Siempre que por supuesto tengan un camión a su disposición,” dijo un conductor de camión-cisterna que aceptó hablar bajo la condición de anonimato.

Ser conductor de un camión de agua significa para algunos no tener horario de trabajo, ya que operan a toda hora y todos los días, aunque nuestro entrevistado reconoció que “son libres de establecer su horario según su disponibilidad”. Pueden tener de cinco a seis entregas por día en momentos de gran tráfico, y 10 en días de mucha demanda. Esto implica trabajar hasta la madrugada, lo cual es posible porque la central está abierta “las 24 horas del día”.

El Director Nacional de DINEPA, Guito Edouard, no respondió las preguntas acerca de la cantidad de pozos y empresas en Cul-de-Sac ni sobre los reglamentos y medidas de control, o sobre el rol de la DINEPA dentro del sector.

Foto por Ralph Pradeus | Le Nouvelliste

Personas llenando agua en baldes en fuente de agua pública

La amenaza real de la contaminación

Mientras tanto, tanto en Puerto Príncipe como en el resto del país, la calidad del agua sigue siendo un problema debido a la contaminación por excremento humano y animal. El estudio más reciente disponible, realizado entre 2014 y 2015, arrojó que el 68% de los 300 recursos hídricos a los que les hicieron pruebas estaban contaminados. En el caso de los pozos y el agua subterránea, sólo el 3% presentan riesgos para la salud.

Sin embargo, debido a la falta de accesibilidad y los costos, para la mayoría de la población que vive en pobreza extrema comprar agua no es una opción. El riesgo de contaminación fecal sigue siendo extremadamente importante por la falta de salubridad, las prácticas de higiene inadecuadas y la degradación ambiental. Según Edwidge Petit, directora del subsector de saneamiento de DINEPA, más de 2 millones de personas no tienen acceso a baños en sus hogares y 3 millones defecan al aire libre.

A esto se le suma que la reglamentación del área de saneamiento es muy reciente.

La Dirección de Saneamiento de la DINEPA se creó en 2011 y tiene un plan estratégico a 2030. Los desafíos que tiene por delante son enormes: desarrollar una infraestructura que ofrezca un servicio de saneamiento fiable, implementar campañas educativas para eliminar el desecho de aguas residuales por parte de la ciudadanía y hacer cumplir las nuevas reglamentaciones. Este último punto requiere de la vigilancia de las más de 140 alcaldías y 600 secciones comunales a lo largo del país.

La reserva de Cul-de-Sac ya está en peligro porque los contaminantes han alcanzado el primer nivel de agua subterránea. Ya es necesario perforar a más de 120 pies para encontrar agua que pueda utilizarse.

A este tipo de contaminación se añade la salinización provocada por un exceso de extracción de agua en la zona. El peligro de la intrusión de agua salada es inminente como resultado del aumento en el bombeo, la disminución de la presión del agua subterránea y la localización del acuífero con relación al nivel del mar, dicen el profesor de geografía económica en la Facultad de Agronomía y Medicina Veterinaria y exmiembro del Gabinete del Ministro de Agricultura de 2004-2006, Edmond Magny. Con él coincide el doctor en hidrología y medio ambiente, Félix Rody.

En la actualidad se desconoce el número exacto de estaciones de bombeo, lo que impide que se controle la extracción de agua del Cul-de-Sac.

Industrias diversas y los pozos comerciales (lugares donde los camiones cisterna se abastecen de agua) extraen agua subterránea de esta región. Se solicitó al Ministerio de Comercio la lista de concesionarios autorizados a extraer agua subterránea, pero al cierre de esta edición no la había provisto.

Además de Cul-de-Sac, las cinco cuencas hidrográficas más grandes de Haití tampoco están protegidas adecuadamente por el Estado, reconoció Joseph quien atribuyó la problemática a la falta de recursos humanos.

Haití tiene 30 cuencas de acuíferos, todas pertenecientes al Estado. No obstante, un mapa hidrogeológico de 1990 sigue siendo la única referencia que hay de las fuentes de agua de Haití.

Pero, no solo en la extracción hay un problema sino también en la distribución del vital producto. El país aún no cuenta con leyes nacionales sobre la calidad del agua potable, siendo responsabilidad de cada operador el monitoreo de la calidad. Según un estudio de 2016, la Dirección de Control de Calidad y Protección al Consumidor (DCCPC) del Ministerio de Comercio e Industria intensificó sus actividades de control sobre la calidad del agua embotellada en el área metropolitana desde 2012.

Dado que la mayoría de estas empresas no están registradas en el Ministerio de Comercio e Industria, su ubicación no ha sido fácil. También es un agravante la falta de un marco legal para abordar algunos de los problemas del sector. La identificación de la empresa se realiza muchas veces por medio de la recolección de bolsas y botellas en las calles y supermercados y los letreros de camiones-cisterna.

Muchas de las empresas monitoreadas presentaron condiciones de higiene aceptables, aunque la mayoría no realiza ningún análisis bacteriológico en el agua comercializada o muestra que estos análisis se realicen con regularidad. En algunas empresas, los componentes de desinfección (ultravioleta y ozono) si bien están instalados en el sistema de tratamiento de agua, no funcionan. Por otro lado, el informe lamenta las malas condiciones de tratamiento y suministro de agua por parte de algunas compañías, a pesar de las numerosas recomendaciones de los inspectores.

La falta de información disponible y de investigación científica es otro gran problema que atenta contra el agua. Para el doctor Evens Emmanuel, investigador en temas de acceso al agua y vicerrector de la Universidad de Quisqueya, “una de las rarezas más importantes en la dinámica del agua en Haití es la escasez de recursos humanos calificados”. Consultado sobre el futuro del agua dentro de este contexto, Emmanuel señaló que “si no hay suficiente inversión basada en trabajo técnico, investigación e información disponible, sin duda – y tal como está hoy – la población tendría muchas dificultades para conseguir agua”.

En los próximos años, debido al aumento en la población, la situación podría generar conflictos sociales severos, advirtió Emmanuel.

“Nos estamos moviendo con una velocidad considerable hacia una situación quizás irreversible porque la gravedad de la situación requeriría un nivel de financiamiento al cual el estado socioeconómico de Haití nunca le permitiría acercarse”, sentenció el experto.

 

Omaya Sosa Pascual y Lourdes Álvarez colaboraron en esta historia.

Este reportaje es parte de la serie Se seca el Caribe, resultado del trabajo de una decena de periodistas caribeños liderados por el Centro de Periodismo Investigativo de Puerto Rico. Las investigaciones fueron posibles en parte con el apoyo de Para la Naturaleza, Fundación Segarra Boerman e Hijos, y Open Society Foundations.

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