Lillian se mudó a la casa de sus papás en Orocovis para poder cuidarlos mejor. Tiene un cuarto en el que solo ubica sus pertenencias, pues tiene que dormir en la misma habitación que su papá, paciente de Alzhéimer, para poder atenderlo durante las noches y tener la capacidad de responder rápido ante cualquier necesidad que surja.
Fotos por Brandon Cruz González | Centro de Periodismo Investigativo
Los mitos de la economía: del PIB a las encuestas de empleo
Tanto la definición del PIB – y su uso para medir el desarrollo económico y el bienestar – como la forma en que se contabiliza la fuerza trabajadora son algunos de los mitos de la economía, dijeron las economistas feministas Cristina Carrasco (Chile) y Corina Rodríguez (Argentina) en la charla “La economía siempre nos mintió. Desarmemos mitos para la revolución”, realizada en el marco del Encuentro Plurinacional de Mujeres y Disidencias celebrado en Bariloche, Argentina, en octubre del año pasado.
Según Carrasco, “la economía es pura ideología”, pues no cuenta con una ley o una teoría que demuestre un acercamiento empírico. Más bien, “se inventan una definición” que se ajuste a lo que un grupo determinado de economistas quiera impulsar. Por ejemplo, decir que el PIB es la producción de un país “es un mito”, ya que no incluye otro tipo de producciones como el trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, el trabajo campesino o las labores de voluntariado. Este indicador tampoco toma en cuenta las desigualdades en la población, el impacto en los recursos naturales o el daño ambiental, algo que se ha criticado por años.
Rodríguez explicó que, en el caso de Argentina, se difunde la narrativa de que primero hay que crecer el PIB y luego ese crecimiento se va a distribuir entre los distintos renglones sociales. Sin embargo, en la década de 1990 la economía argentina crecía, pero también lo hacía el desempleo. “La economía crece a costa de peores condiciones de vida de las personas. (...) Me parece que, como feministas, tenemos que enfrentar estas narrativas y revelarlas. Develar que esto es un mito”, sostuvo.
“El PIB puede aumentar, pero no quiere decir que con eso la población tenga mayor bienestar”, insistió Carrasco.
El caso de Puerto Rico en cifras
En Puerto Rico, el PIB creció un 7% de 2021 a 2022 (de $106,426 millones a $113,567 millones), indicó la Junta de Planificación. No obstante, en ese periodo también aumentó la pobreza en la población general de 40.5% a 41.7%, mientras que en los menores de 18 años fue de 54.9% a 57.6%, según datos de la Oficina del Censo de Estados Unidos.
Entre 2021 y 2022, el porcentaje de mujeres bajo el nivel de pobreza aumentó de 42.6% a 43.8%, mientras que el de hombres subió de 38.2% a 39.4%.
En contraste, entre 2021 y 2022 la tasa de desempleo en Puerto Rico se redujo de 7.9% a 6% y la tasa de participación laboral subió de 42.6% a 43.4%, de acuerdo con el estudio Participación de la mujer en la fuerza laboral en Puerto Rico.
Este estudio también indica que, para el 2022, las mujeres representaban el 45.1% del grupo trabajador (537,000 de 1,191,000), es decir, de las personas empleadas y desempleadas buscando trabajo. Esto es un aumento de 28.2% con respecto al 1990, cuando había 419,000 mujeres en la fuerza trabajadora. Mientras tanto, la tasa de participación de las mujeres se ubicó en 36.6%, 5.2 puntos porcentuales más que en 1990.
En el 2022, 932,000 de las mujeres estaba “fuera del grupo trabajador” y de estas, el 50.2% (casi 468,000) realizaba “oficios domésticos”. En 1990, en comparación, 919,000 de las mujeres se encontraba fuera del grupo trabajador, de las que el 83.5% (767,000) eran amas de casa.
“Son amas de casa. Se considera que están fuera de la fuerza laboral, pero están trabajando. Están dentro del grupo trabajador, pero la definición las excluyó”, analizó Quiñones Domínguez.
En el caso de los hombres, en 2022 había 619,000 (48.61%) fuera del grupo trabajador y de ellos el 3% (20,000) se dedicaban a “oficios domésticos”.
Asimismo, en Puerto Rico los hogares con jefas de familias representan el 42% del total, y de estos, el 57% se encuentra por debajo de los índices de pobreza, según datos del Censo del 2019.
A esto hay que sumarle el hecho de que las mujeres dedican en promedio más tiempo que los hombres a las tareas domésticas y de cuidado sin paga. Aunque en Puerto Rico no hay datos publicados al respecto, en Estados Unidos se estimó que las mujeres dedicaban en promedio 4.5 horas diarias a trabajos no pagados, mientras que los hombres dedicaban 2.78 horas, según un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Falta de reconocimiento y apoyo gubernamental
“En el país no se reconoce el trabajo de cuidados como trabajo, tampoco se le otorga importancia por el gobierno y por la comunidad en general”, indica el informe “Políticas Públicas y el Trabajo de Cuidados en Puerto Rico”, realizado por la organización sin fines de lucro Inter-Mujerse.
Este informe, creado por las abogadas Marilucy González Báez, Patricia Otón Olivieri, Yanira Reyes Gil y Esther Vicente, analiza las políticas públicas aprobadas hasta el momento en materia de trabajo doméstico y de cuidado no remunerado.
El documento dice que el Gobierno “no recopila los datos necesarios” para revisar el cumplimiento de las políticas públicas relacionadas al trabajo de cuidados remunerado. Tampoco atiende “la necesidad de redistribuir las tareas de cuidado” de forma equitativa en las familias, comunidades y sector gubernamental.
De igual forma, las leyes aprobadas sobre el cuidado dejan desprovistas de derechos laborales a las personas que realizan estos cuidados de manera ocasional o informal, e ignora casi por completo a quienes lo hacen sin paga. “Esto provoca que estas personas, en su mayoría mujeres, no cuenten con protección en caso de enfermedad, salario mínimo, jornada laboral de ocho horas, protección en el desempleo, licencias de lactancia o maternidad, protección en la vejez (retiro) o vacaciones”, indica el informe.
La situación se empeora por “las medidas de austeridad impuestas por políticas neoliberales impulsadas por la Junta de Supervisión Fiscal y adoptadas por el gobierno”. Estas han tenido el efecto de encarecer o empeorar los servicios de energía, agua potable, transportación y recogido de basura, afectando “de manera particular a las personas que ofrecen servicios de cuidado”, añade el informe.
La peor situación la tienen quienes realizan tareas domésticas y de cuidado con un estatus migratorio irregular, pues están más expuestas a abusos y mala compensación, y casi completamente desprovistas del cuidado de la ley, según el informe.
En el caso de Wanda y de Lillian, ambas reciben ciertas ayudas gubernamentales pero que son insuficientes y no relacionadas a las labores de cuidado que prestan diariamente. Wanda recibe cupones de alimentos por la condición de Christian, pero nunca solicitó el seguro social, aunque trabajó por más de una década como secretaria. Tiene acceso al plan gubernamental de salud Vital, pero si su esposo suma mayores horas en su trabajo de construcción, les amenazan con quitárselo.
Mientras tanto, los padres de Lillian reciben cupones de alimentos, y los tres reciben el seguro social, ya que la cuidadora trabajó por años como supervisora de alimentos en un centro Head Start. Su mamá lo recibe por su esposo, ya que fue ama de casa por años y también cuidó a sus nietos. Además, tiene la visita de una ama de llaves — provista por el municipio de Orocovis — por cuatro horas dos veces por semana. Esta persona ayuda con tareas de limpieza y otras labores, pero es Lillian quien se encarga de su papá. Si no fuera por la ayuda económica de sus hermanas, estarían en una situación de mayor dificultad.
Wanda reconoció que el Municipio de Florida le ha dado algunas horas de trabajo a Christian con su programa de verano, mientras que Lillian resaltó la importancia del apoyo con las clases de zumba y lo que representa una ama de llaves para su situación, ambos servicios provistos por el Municipio de Orocovis. También recibe medicamentos y la visita de un médico internista a domicilio.
Ley 82 de 2023: un intento de atender el cuidado informal
Hay una política pública sobre el cuidado informal en el País: la Ley 82 de 2023. Crea la Carta de Derechos del Cuidador Informal, el Registro de Cuidadores Informales en Puerto Rico y la posibilidad de que los cuidadores soliciten un ajuste en su itinerario laboral sin ser penalizados.
El Departamento de la Familia (DF), a cargo de hacer cumplir la Ley 82, está en “la fase de diseño e implementación” del Registro de Cuidadores Informales, “que entrará en función a mediados del mes de mayo de 2024”, indicó la administradora de la Administración de Familias y Niños (Adfan), Glenda Gerena Ríos, en declaraciones escritas.
Según Gerena Ríos, un portal electrónico servirá como “un punto de acceso centralizado para los cuidadores informales, donde puedan registrarse para recibir información, acceder a recursos y conectarse con servicios de apoyo”, como un directorio de asistencia al cuidador, servicios de respiro, asesoramiento y grupos de apoyo.
También contará con módulos de capacitación y talleres educativos para los cuidadores informales y cursos ofrecidos por la Pontificia Universidad Católica, sostuvo Gerena Ríos.
La funcionaria indicó, además, que la división legal de Adfan, adscrita al DF, “se encuentra trabajando” en la redacción del reglamento de las “responsabilidades y derechos del programa de apoyo a cuidadores informales”, el cual definirá las normas y procedimientos relacionados con la ley. Asimismo, confirmó que ya han recibido solicitudes de orientación por parte de cuidadores informales.
¿Qué les depara el futuro?
Al concluir la entrevista, doña María, mamá de Lillian, sirve café con queso y se sienta a conversar. Es una mujer alta de ojos azules y una sonrisa encantadora. Lillian dice que le da energía verla alegre, saber que ella está bien.
“Yo digo que somos los tres mosqueteros, estamos siempre juntitos y ellos son bien apegados a mí y yo a ellos. Siento que lo que estoy haciendo es lo que tengo que hacer en estos momentos. No desviarme a otro lado porque se me derrumban ellos”, dice Lillian desde el sofá. Sabe que no puede dejar su tratamiento de salud mental y hará lo posible por mantenerse haciendo ejercicios. Sabe que, con enfermedades como el Alzhéimer, hay que tomarlo un día a la vez.