La tentación de vender “el paraíso”

Luquillo — En la calle Fernández García, en el casco urbano de Luquillo, Gloria Escobar Skerett, de 87 años, se niega a vender su casa de esquina donde nació y creció su madre, se crió y vive ella, y donde, también, se criaron sus hijas. Su abuela llegó a Luquillo en el siglo 19 y desde entonces este espacio “es de la familia y para la familia”. Una de sus hijas, Gloria Ramírez Escobar, la acompañaba en la residencia cuando el Centro de Periodismo Investigativo la entrevistó. Dijo que tras el paso del huracán María, las ofertas para comprar esta esquina son como un aguacero. “Llueven y no escampan”, sostuvo. 

“Han venido muchas personas, pero mami los espanta rápido”, aseguró mirando a su madre, quien se reía, pero no hablaba durante la entrevista.

Student-Athlete From Vieques Hits a Home Run

Home runs are not pulled off in the batter’s box. But when you slam hit with the bat of resistance, far-reaching home runs are connected in the park of life. Good baseball is played on the island municipality of Vieques, known as la “Isla Nena.” And for many years they have also known here what it is like to hit home runs without having a baseball bat in their hands. While many come to Vieques to enjoy its pristine beaches, Eddie Martínez Medina, 15, is with his father, Eddie Martínez Ponce, at a baseball practice in the Esperanza neighborhood. It is an atypical practice because it’s only his father and him.

LUMA Doesn’t Follow Its Own Emergency Plan

In the Bauta Abajo sector in Orocovis, in the central mountainous region, there are no power lines or poles on the ground. But 12 days after Hurricane Fiona, which produced devastating floods in southwestern Puerto Rico on September 18, the 1,308 people who live in this neighborhood are battling a storm of isolation and lack of electricity.

LUMA no cumple con lo que dice su plan para emergencias

OROCOVIS — En el barrio Bauta Abajo en Orocovis no se ven cables del tendido eléctrico ni postes en el suelo. Pero a 12 días del azote del huracán Fiona, que produjo inundaciones devastadoras en el suroeste de Puerto Rico, las 1,308 personas que residen en este barrio batallan contra el ciclón del aislamiento y la falta de energía. Son las dos menos cinco de la tarde del primer sábado de octubre y el ruido de una pequeña planta eléctrica de 2,000 vatios obliga a doña Plácedes Virgen Collazo Colón a levantar la voz. Tiene 71 años, es paciente de obesidad mórbida y llama a su esposo para que la ayude a coger un pequeño envase donde están sus medicinas. El movimiento, en teoría, es fácil.