Difícil convertir la crisis del sargazo en oro

Difícil convertir la crisis del sargazo en oro

Difícil convertir la crisis del sargazo en oro






Difícil convertir la crisis del sargazo en oro

Muchos empresarios caribeños ven una oportunidad económica sin precedentes en el sargazo que ha inundado extraordinariamente la región desde 2011.

Pero a pesar de sus entusiastas propuestas (que surgen del consenso generalizado de que la única solución realista a la crisis es monetizar las algas), no se ha encontrado ningún uso consistente, a gran escala, para ellas.

“Aunque hay tantas cosas que se pueden hacer con el sargazo, la cantidad real de sargazo que se utiliza para productos sigue siendo muy baja”, dijo la doctora. Franziska Elmer, una gerente de proyectos científicos que reside en México y trabaja para la empresa Seafields, una organización de soluciones basadas en carbono, con sede en el Reino Unido.

Como resultado de su bajo potencial de utilización, el sargazo generalmente se maneja como desperdicio y estiman que en el Caribe los costos anuales de limpieza y eliminación ascienden a $210 millones.

Empresas como Seafields esperan cambiar eso. En los últimos años, empresarios e investigadores han buscado con mucho empeño el secreto para convertir el sargazo en “oro marrón”, como le gusta llamar a las algas a la profesora Mona Webber, del Campus Mona de la Universidad de las Indias Occidentales en Jamaica.

La empresa Seafields, con sede en el Reino Unido, está desarrollando granjas acuáticas que almacenen sargazo en compartimientos cerrados como el que se observa, en San Vicente y las Granadinas el año pasado.
Foto cortesía de Seafields

Pero aún quedan enormes desafíos para encontrar un negocio rentable que reduzca considerablemente las millones de toneladas de sargazo que llegan a las costas de la región cada año. Los empresarios que hablaron con el Centro de Periodismo Investigativo de Puerto Rico dijeron que operan en un entorno mayormente no regulado, donde la información es inconsistente y el financiamiento es difícil de encontrar.

Benjamín Jelen es director de Investigación y Desarrollo en C-Combinator ubicado en Cataño, Puerto Rico, donde estudian el uso potencial de productos derivados del sargazo.
Foto por Xavier García | Centro de Periodismo Investigativo

“La mayoría de la reglamentación se centra en el manejo del recogido y no hay muchas regulaciones sobre los productos. Y eso dificulta la fabricación de artículos”, dijo Elmer, la investigadora de Seafields.

El trabajo del C-Combinator se realiza en su mayoría con sargazo mexicano, pero ejecutivos de la empresa dicen tener la infraestructura para trabajar con el alga que se acumula en las costas de Puerto Rico.
Foto por Xavier García | Centro de Periodismo Investigativo

“Puedes empezar a fabricar tu producto y, medio año después, te dicen: ‘Oh, ahora hay una nueva reglamentación’“, añadió.

Sin gran estabilidad, muchos empresarios han tenido dificultades para obtener incluso pequeñas subvenciones y mucho menos han podido acceder a las grandes inversiones que necesitan para crecer, según un estudio de 2021 dirigido por la doctora Hazel Oxenford, bióloga del Centro de Manejo de Recursos y Estudios Ambientales (CMREA) de la Universidad de las Indias Occidentales en Barbados.

“Abordar el problema [del sargazo] como si fuese únicamente una amenaza ha resultado extremadamente costoso. Lentamente la atención se está dirigiendo hacia las oportunidades potenciales para la reutilización y valorización del sargazo”, señala el estudio publicado en la revista Phycology, dedicada al estudio de las algas. “Sin embargo, convertir la ‘crisis del sargazo en oro’ no es fácil”, advirtió.

Los investigadores agruparon las limitaciones que enfrentan los empresarios e investigadores del sargazo en cinco categorías: Un suministro impredecible; asuntos asociados con la composición química de las algas; cosecha, transporte y almacenamiento; gobernanza; y financiamiento.

Tres años después, Elmer y otros investigadores y empresarios de toda la región dicen que todavía enfrentan esos obstáculos.

Metales pesados

Pero a pesar de estos desafíos, continúan trabajando para encontrar soluciones. Una de las primeras ideas populares fue utilizar el sargazo como fertilizante o alimento para animales. Pero algunos empresarios se han retirado de esta opción después de que una investigación encontró un altocontenido de arsénico en las algas y recomendó no usarlas con fines nutricionales.

Entre ellos se encontraba Daviean Morrison en Jamaica. Morrison lanzó por primera vez su empresa Awganic Inputs con la esperanza de producir alimento orgánico para cabras, pero luego abandonó esa idea y comenzó a investigar la posibilidad de producir carbón vegetal, que es ampliamente utilizado por los agricultores en muchas zonas rurales de la isla.

Daviean Morrison lanzó su empresa Awganic Inputs en Jamaica con la esperanza de producir alimento orgánico para cabras con sargazo.
Foto cortesía de Awganic Inputs

Pero tuvo dificultades para encontrar financiamiento adecuado para recolectar suficiente sargazo.

“Incluso si miramos la colaboración con la ONG y los grupos cívicos, que se supone que lo transporten gratis, es un cargo de $15,000 [US$96] por viaje para un camión, y lo máximo que retiramos son alrededor de tres toneladas”, dijo Morrison.

Después de que la epidemia de COVID-19 frenara el negocio del carbón vegetal, y de que el 2023 trajera a Jamaica menos sargazo que el 2022, Morrison suspendió el plan.

Ahora opera un negocio de Internet inalámbrico en comunidades rurales y ahorra sus ganancias para, cuando los fondos le permitan financiar el relanzamiento de sus proyectos de carbón.

Daveian Morrison llena barriles de agua para su primer prototipo del proyecto de producción de forrajes para cabras a base de sargazo.
Foto cortesía de Awganic Inputs

Otros esfuerzos de investigación para el reuso del sargazo en Jamaica se han topado con problemas similares.

En 2018, el Instituto de Productos Naturales (IPN) de la Universidad de las Indias Occidentales (UIO), investigó mediante un contrato con el Gobierno el potencial del sargazo en biocombustibles y aditivos alimentarios y además llevó a cabo “evaluaciones muy preliminares del efecto de los extractos de sargazo en células cancerosas [en la próstata y los senos]”, según Webber, quien también es directora del Centro de Ciencias Marinas de la Universidad.

Pero el esfuerzo resultó costoso y fue difícil encontrar inversionistas, dijo Webber.

Al final, el trabajo se estancó tras el descubrimiento de arsénico y otras sustancias químicas nocivas en el sargazo, según la científica.

Según explicó, actualmente los científicos no cuentan con ningún método factible para extraer tales químicos, aunque el equipo de la UIO espera en el futuro obtener financiamiento para ese propósito.

“Nadie en la UIO está actualmente investigando los usos del sargazo”, añadió Webber.

Capturando carbono

En un futuro, los creadores de productos que necesitan un suministro constante de sargazo podrían recibir ayuda de la compañía Seafields.

La empresa, con sede en el Reino Unido, y que también tiene operaciones de investigación en México, y San Vicente y las Granadinas, espera crear varias granjas de sargazo en el sur del océano Atlántico con una superficie total del tamaño de Portugal. Después de extraer nutrientes y otros elementos útiles de las algas recolectadas en las granjas, la empresa empacaría y hundiría el remanente en el mar para capturar carbono y vender créditos en el mercado de carbono.

Con el respaldo de inversionistas y una subvención de Innovate UK de $310,000, Seafields espera que el sistema también ayude a garantizar un suministro constante de algas durante todo el año.

Pero el proyecto no es fácil, según Elmer, quien actualmente reside en México. Aunque Seafields espera expandir su sistema de recolección a otras islas, mencionó que hay una falta de datos sobre la proliferación de sargazo en las diferentes áreas.

“Si no tienes los datos, primero tienes que pasar varios meses o una temporada en el lugar para monitorear y observar antes de poder hacer inversiones realmente grandes”, dijo.

Según la bióloga marina, la propia naturaleza de las algas también presenta desafíos.

“La principal es que el sargazo tiene que estar bastante fresco”, dijo. “A la playa llega mucho sargazo. Es posible que no puedas usarlo todo o incluso recogerlo todo hasta que se pudra y comience a descomponerse. El otro obstáculo es que nunca sabes cuánto recibes cada día. Como que son altibajos”.

La falta de legislación consistente y la coordinación de directrices en toda la región plantea otros obstáculos, dijo.

Un marco regulatorio para todo el Caribe, añadió, ayudaría a los empresarios a ampliar sus productos. “Porque si comienzas a encontrar una solución, podrías llevarla a otras islas”, señaló.

México, ladrillo a ladrillo

En México, Omar Vázquez Sánchez ha llamado la atención desde 2018, cuando creó ladrillos con sargazo.

Comercializa sus Sargablocks como una solución de vivienda, especialmente para familias pobres.

Desde 2018, Omar Vázquez Sánchez crea bloques de construcción a base de sargazo en México, donde estableció la empresa Sargabloks.
Foto por Bris Landaverde | Sargabloks

Vázquez Sánchez explicó que el proyecto nació de la desesperación, luego de perder un contrato gubernamental de tres meses para retirar el sargazo de la playa. Se basó en los recuerdos de la infancia de la casa de adobe de sus abuelos y decidió hacer su propia versión.

Vázquez Sánchez dijo que comenzó a vender Sargablocks el año pasado. Aunque no quiso revelar sus ganancias, dijo que generaba suficiente para pagar sus cuentas y mantener a nueve empleados.

“Con Sargablocks probablemente hayan construido unas 40 o 50 casas”, estimó.

Los bloques que Sargablock fabrica con sargazo buscan ayudar en la construcción de viviendas para familias de escasos recursos en México.
Foto por Bris Landaverde | Sargabloks

Sin embargo, ha luchado por crecer sin el apoyo del Gobierno mexicano o de socios privados, quienes, según él, son reacios a invertir, en parte, debido a su insistencia en donar el 3% de las ganancias a organizaciones benéficas.

“Si se hubiera inventado en Alemania, créanme, todos los mexicanos... estarían construyendo con Sargablock”, dijo. “Pero es un producto mexicano”.

Ahora mira hacia el extranjero. Espera franquiciar su negocio y crear asociaciones con países interesados. Busca abrir una fábrica de Sargablock en Colombia y asegurar acuerdos con Belice y República Dominicana antes de avanzar a Guadalupe, Martinica y Puerto Rico, dijo.

Pero para poder expandir de esta manera, debe comprar maquinaria más grande que pueda producir al menos el doble de los 2,000 ladrillos por día que, según dijo, es capaz de producir actualmente.

Según Omar Vázquez Sánchez, la intención de Sargablock es distribuirlo a países como Colombia, Belice, República Dominicana, Guadalupe, Martinica y Puerto Rico.
Foto por Bris Landaverde | Sargabloks

Ron y sargazo

En Barbados, investigadores de la Universidad de las Indias Occidentales están trabajando para desarrollar biocombustibles utilizando sargazo y aguas residuales de destilerías de ron.

Como parte de esos esfuerzos, la profesora de energía renovable, la doctora Legena Henry, fundó Rum and Sargassum Incorporated en 2021, con la esperanza de ayudar a eliminar por completo el uso de combustibles fósiles en esa isla para 2030.

Ella también busca financiamiento.

“Este es un combustible nuevo que estamos incorporando a una tecnología antigua para lograr un transporte libre de fósiles, por lo que se necesitará algo de inversión para llegar al punto en que los clientes realmente nos compren”, dijo Henry en un vídeo publicado en junio pasado por el CMREA.

Espera tener vehículos propulsados por metano en las calles de Barbados para enero de 2026.

“Hasta entonces, estamos montando esta especie de gasolinera de demostración, que usaremos para seguir recopilando datos para comprender la solución, pero estamos muy seguros de que funciona”, afirmó. Señaló que los estudiantes investigadores participaron en este experimento solo con estipendios del Banco de Desarrollo Interamericano y una vez que comenzaron a ver los resultados de las pruebas de biogás, el BDI solicitó un estudio técnico sobre sus hallazgos, que se publicó en abril de 2021.

También en Barbados, el empresario Joshua Forte trabajó con el Campus Cave Hill de la UIO para crear un suplemento vegetal utilizando sargazo.

Ahora vende el producto por medio de su empresa Red Diamond Compost Incorporated y dice que funciona mejor que un fertilizante sintético muy popular contra el cual lo probó.

“Incluso reduciendo el fertilizante sintético a la mitad y agregándole nuestro súper bioestimulante de algas marinas, se obtuvieron resultados aún mejores”, dijo.

Cuando comenzó el proyecto hace unos ocho años, se sentía como “la única persona que buscaba hacer algo” con las algas, dijo. Hoy tiene mucha competencia y aún no ha podido encontrar inversionistas para expandirse a la producción de biofungicidas como había planeado inicialmente.

Pero tiene muchas esperanzas puestas en el futuro.

Se ve bien en papel

Otras soluciones de sargazo varían ampliamente.

En la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá, la bióloga marina Briggite Gavio y su alumno Diego Aguilera han estado utilizando algas para hacer papel.

El esfuerzo es parte de un proyecto más amplio sobre reducción de riesgos y alternativas económicas en el archipiélago colombiano de San Andrés, Providencia y Santa Catalina.

Briggite Gavio, profesora de la Universidad Nacional de Colombia, junto al estudiante Diego Aguilera. Ambos trabajan para generar papel utilizando sargazo.
Foto por Camila Alzate | El País

El proceso de fabricación del papel es intensamente laborioso. Una vez obtenido el permiso de recolección, Gavio recoge a mano las algas de las playas de la isla de San Andrés. Luego se cierne la arena antes de secar las algas al sol y se transportan a Bogotá en hieleras. Allí se lava, se seca, se muele y se mezcla con cáscaras de coco, agua y otros ingredientes.

Después de procesar químicamente esta mezcla, se prensa y se deja secar durante aproximadamente una semana. Actualmente, el equipo de investigación está trabajando para perfeccionar el proceso con la esperanza de producir un papel de mejor calidad.

Así se seca el sargazo, traído desde San Andrés, para convertirlo en materia prima para el papel.
Foto por Camila Alzate | El País

Pero hay muchos retos. El año pasado, por ejemplo, una gran afluencia de sargazo prevista a principios de año nunca se produjo.

“Precisamente cuando necesito sargazo es cuando no llega”, dijo Gavio. Sin embargo, espera que sus esfuerzos eventualmente brinden a las islas soluciones sostenibles a un problema importante que ha amenazado su industria turística y otros aspectos de la vida.

“El único que trabaja en esto soy yo”, dijo. “Ahora mismo, lo que ocurre es que cuando llega [el sargazo] se tira a un vertedero, pero eso no es una solución a largo plazo”, agregó.

Soluciones

El estudio de Oxenford ofreció decenas de recomendaciones para eliminar los obstáculos que bloquean a los empresarios del sargazo: Mejorar los sistemas de pronósticos; utilizar subsidios gubernamentales para facilitar la comercialización; mejorar los sistemas de recolección y transporte; desarrollar normas de seguridad; idear mejores métodos de almacenamiento y otras formas de garantizar un suministro constante; fomentar “parques industriales de sargazo”, y muchas otras.

Pero, los investigadores indicaron que ninguno de estos pasos funcionará si se toman de forma individual.

“Se recomienda que las soluciones y acciones propuestas se integren en una estrategia y un plan de acción regional que promueva la valorización como una oportunidad económica y como un medio para aliviar los impactos de la afluencia”, dice el estudio de Oxenford.

De lo contrario, los investigadores predicen un futuro sombrío.

“La evidencia sugiere que, aunque los esfuerzos para explorar oportunidades en el Caribe están en marcha, la afluencia del sargazo seguirá siendo más un peligro que un beneficio, a menos que se aborden adecuadamente las limitaciones actuales”, afirmaron.





Esta investigación es el resultado de una beca otorgada por el Instituto de Formación Periodística del Centro de Periodismo Investigativo y fue posible en parte con el apoyo de la Open Society Foundations.