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Diseños arquitectónicos en Puerto Rico ignoran la realidad climática
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Son muy pocas las infraestructuras que se diseñan teniendo en cuenta las olas de calor en la Isla.
Son muy pocas las infraestructuras que se diseñan teniendo en cuenta las olas de calor en la Isla.
Científicas de la salud y el ambiente resaltaron durante el Caribe Fest la necesidad de repensar los estilos de vida individuales y comunitarios ante los eventos extremos de calor y para los que hace falta generar respuestas colectivas y accesibles a largo plazo.
Tres expertos en producción de alimentos discuten los desafíos que enfrentan por el aumento de temperatura en los campos de cultivo de la tierra, la pesca y la industria lechera.
Las construcciones urbanas, la deforestación y la forma en que adquirimos los alimentos influyen en cómo vivimos el calor.
Hace 10 meses comencé a entrevistar a residentes, activistas y líderes comunitarios de vecindarios costeros para conocer las consecuencias de la crisis climática en sus playas, especialmente por la erosión costera. Durante esas conversaciones, las personas denunciaban la compra de terrenos costeros, como ocurrió en el barrio Joyuda en Cabo Rojo y el desarrollo de proyectos residenciales de lujo en el barrio Bajuras, en Isabela.
Ese es el caso también del sector Quique Bravo, una pequeña comunidad en Isabela donde los beneficiarios inversionistas de la Ley 60, Daniel Grunberg y Tyson Carter, pretenden construir viviendas de lujo en una zona parcialmente inundable. Esta situación se repite en otros municipios costeros de Puerto Rico. En Vega Baja, Mason Edward Gorda y Dennis Keith Bostick – también beneficiarios de la exención contributiva para inversionistas extranjeros – compraron terrenos ecológicamente sensitivos en playa Sarapá. En Arecibo, donde la familia Abreu Valentín ocupó estructuras abandonadas en la Zona Marítimo Terrestre de la comunidad Islote para expandir sus negocios de alquileres a corto plazo.
Puerto Rico’s Center for Investigative Journalism has had to go to court three times in the past five years for the DRNA to hand over public documents.
Limited resources, overworked teachers, and abandoned recreational areas are part of the challenges faced by an academic program that for years has been a source of talent and international medals for Puerto Rico.
More than 40 years ago, Alejandro Benítez began training athletes as a routine after teaching in a classroom from 8 a.m. to 3 p.m. At 74 years old, and already retired from teaching, he is still a hammer and discus throw coach.